Durante el partido entre belgas y galeses, tras haberle oído a Manu Carreño, locutor de Telecinco que siempre da muestras evidentes de un chovinismo impropio de un profesional del periodismo, ponerse nostálgico sobre la eliminación de La Roja, sin venir a cuento, pensé lo bien que les sentaría a los aficionados de la selección española que alguien les dijera la verdad sobre el fracaso del equipo nacional.
La selección española ofreció un recital de defectos, viejos defectos, quizá defectos crónicos que se hicieron ostensibles frente a Croacia y sobre todo ante Italia. La combinación en corto, horizontal, sin finalidad alguna, el pase vendido a Morata, por sistema, la debilidad física y la falta de remate fueron aprovechados por los rivales para hacernos ver que no se debe vivir del pasado. Que estancarse conduce a la derrota; siempre dolorosa y hasta con ribetes de tragedia cuando se ha escupido por el colmillo en los días gloriosos.
El fútbol de los galeses nos ha devuelto a una realidad que nunca debió ponerse en duda ni siquiera cuando soplaban vientos alisios para nuestra selección y los más enfervorecidos gritaban a voz en cuello que correr era de cobarde. Que el tiqui-taca valía un Potosí y que se podía jugar al fútbol y ser campeón de todo con el mínimo esfuerzo. Incluso los había, tan atrevidos ellos, que ponían en duda si los jugadores altos tenían cabida en los equipos grandes.
Los periodistas de la cosa presumían, a cada paso, en los días de celebraciones, de cómo los jugadores bajitos les daban sopa con hondas a los corpulentos futbolistas de Europa y del mundo. En fin, durante años nos han querido adormecer con historias que no venían a cuento y que, sin duda, iban a ser causantes de los males que nos aguardaban en Francia por no haber puesto remedio a los yerros manifiestos cometidos en Brasil.
Y vayamos con la selección del País de Gales, revelación de la Eurocopa (2016) al alimón con la de Islandia, que nos viene demostrando cómo el jugar bien no está reñido con correr, luchar denodadamente, marcar encima a los rivales, hacer de los saques de esquina y faltas un espectáculo práctico y... -por si fuera poco- permitiéndonos disfrutar de Gareth Bale: capaz de poner su enorme dimensión futbolística al servicio de sus compañeros. Me imagino que las magníficas actuaciones de Bale, que ya las ha tenido en el Madrid, habrán causado el consiguiente sonrojo en ese director del Diario AS, Alfredo Relaño, por su incapacidad para no ver a tiempo la clase de futbolista que es el galés.
La selección de Gales ya ha cumplido su cometido con creces. Y su partido frente a Portugal, una selección de medio pelo -atención a Renato Sánchez- pero que tiene a Cristiano Ronaldo como permanente amedrentador de sus adversarios, por si acaso tiene su mejor día, les va a permitir hacer lo que mejor saben: correr, correr y correr... Y además de correr, claro está, tratarán de jugar lo mejor posible. Como lo han venido haciendo hasta ahora. Por más que Ramsey, su organizador en el centro del centro del campo, esté suspendido. Conque no deja de ser una baja importantísima.
Mi corazón, en este partido, estará dividido: no en vano juegan Bale y Cristiano. Aunque en equipos distintos. Asi que gane el que más... corra. Y si encima juega bien, que lo hará, miel sobre hojuelas. Y es que correr y jugar bien vuelve a estar de moda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.