Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 6 de julio de 2016

Azcoitia, Rodríguez y una víctima de las baldosas

Me he visto precisado en el día de hoy, por causa que reclamaba mi presencia, a prescindir de mi baño en la playa de El Chorrillo; el cual, dicho sea de paso, me ha creado adicción. Quién me lo iba a decir... Menos mal que no he perdido el tiempo mientras atendía a la obligación. Puesto que he ido hallando por la calle a amigos con quienes charlar es un placer.

El primero de ellos ha sido Miguel Ángel Azcoitia. Y lo primero que se me ha ocurrido decirle es que muchas veces me acuerdo de las conversaciones mantenidas con su padre en las oficinas situadas en los almacenes de la Avenida del Cañonero Dato. Y le cuento que hablábamos de todo. Y que no pocas veces trataba yo de tirarle de la lengua acerca de si era posible que su hijo -Miguel Ángel- se convirtiera en futbolista profesional. Dado que éste reunía cualidades más que suficientes para poseer una condición capaz de convertirlo en figura indiscutible. Pero su respuesta era siempre la misma:

-Miguel Ángel ha de seguir estudiando como hasta ahora.

Así que no cabía otra cosa que cambiar el tercio del parlamento.

Tras despedirme de MAA me doy de bruces con un funcionario del Cuerpo Superior de Policía, paisano mío, a quien hacía mucho tiempo que no veía. Éste fue víctima, en 2012, de las losetas tenidas por asesinas. Fue tal su costalada, que nunca olvidará que iba por el aire como un volaó, hasta que pegó el jardazo de su vida. Ni que decir tiene que se quedó hecho un eccehomo. Aquejado de muy grandes dolores y haciéndole frente a una recuperación tan constante cual dolorosa, fue saliendo adelante a la par que su denuncia prosperaba. Hasta que el Juez de lo Contencioso Administrativo dictó sentencia y la Ciudad tuvo que indemnizarlo. Omito su nombre porque se me olvidó preguntarle si estaba de acuerdo en que se publicara.

Por último me topo en El Sardinero con Fernando Rodríguez . Con Fernando es fácil coincidir en cualquier parte de la ciudad. Se ha ganado con creces el reconocimiento de andariego destacado. ¡Menuda afición a andar la suya! La cual le permite lucir la figura que todo hombre desea a cierta altura de la vida. Fernando me dice que su jubilación le ha servido, además de para andar lo indecible, también para ejercer de recadero para los suyos. De machaca, vamos; pero sin recibir sueldo alguno. Y la risa aflora entre nosotros.

Fernando Rodríguez, y no me cansaré de decirlo, goza de mi aprecio desde hace mucho tiempo. Por ser un buen tipo.

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