Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 23 de julio de 2016

Ana R.Quintana y Diego Cañamero

Entre las muchas citas literarias -acerca del pesimismo- que tengo por delante hay una que salta a la vista: "El verdadero pesimista empeora por tener siempre razón". Sobre todo si es lector empedernido de periódicos. Ya que, practicando tal ejercicio, no hay día en el cual uno no termine convencido, con la ayuda de la televisión, que estamos inmersos en la Ley de Murphy. La cual, así por encima, se basa en el adagio siguiente: "Si algo puede salir mal, posiblemente saldrá mal". Y no me negarán que el horno no está para bollos.

Pues bien: esta mañana (tras darme el primer chapuzón en el mar, después de haber estado siete días curándome un resfriado -trancazo lo llaman los castizos- que me ha dejado más debilitado que a Unidos Podemos las últimas elecciones generales), enfrascado en la lectura susodicha, me he informado de que Ana Rosa Quintana está siendo objeto de las críticas más severas. Que la están poniendo de hoja de perejil, vamos. O como diría un ilustrado: la están poniendo como chupa de dómine.

El motivo para que la presentadora estrella del Magazine matinal de Telecinco esté siendo vapuleada sin miramiento alguno, se debe a que, días atrás, se atrevió a decir lo siguiente sobre Diego Cañamero, sindicalista, y diputado de Unidos Podemos en el Congreso:

-No se puede sentar en el Congreso alguien que dice 'el pograma'.

Insisto: a la señora Quintana le están dando la del pulpo, aunque sea con efecto retardado, en las redes sociales. Y a mí me parece, por más que a veces ella deje entrever que no se acuerda de que la nacieron en Usera -barrio madrileño, habitado por familias humildes, que a mí me chiflaba visitarlo porque se decía que en él habían nacido las mujeres más guapas de los felices sesenta-, que en esta ocasión ha dicho una verdad como una catedral.

Pograma no deja de ser una síncopa reservada únicamente a la gente iletrada. Es una figura de dicción por supresión. Y no es precisamente su empleo el que ayude a resaltar que hablar bien andaluz es una gozada. Me remito a lo que dice El Polémico Dialecto Andaluz: "No basta para decir que estamos hablando andaluz, con cambiar zetas por eses, ni con deshuesar de jotas el castellano". Y mucho menos hacer uso de figuras de supresión. Como es el caso que nos ocupa.

Diego Cañamero debe tener en cuenta como cargo importante que es, nada más y nada menos que congresista, o sea padre de la Patria, que el idioma bien empleado es bien entendido y apreciado por las personas poco instruidas, mientras que las rarezas y las extravagancias, aunque no sean percibidas por esas personas, estremecen a quien sí posee alguna instrucción (Lázaro Carreter).

Pero hay más: el diputado de Unidos Podemos, Diego Cañamero, es lo suficientemente listo como para saber que ya no cuela hablar así; es decir, destrozando el lenguaje andaluz para que se le tenga  por persona que huye del elitismo y vive entregada a un igualitarismo zafio y nada edificante para los andaluces.

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