A medida que Fructuoso Miaja me iba contando pasajes de su vida, yo me percataba, cada vez más, de que enfrente tenía un personaje que sólo estaba dispuesto a referirme lo que él consideraba sucintamente necesario. Y, a pesar de mi insistencia, más dueño de sus silencios se mostraba y hasta más pudoroso que cuando lo conocí. Me consta que se dejó en el tintero muchas cosas que a mí me habría gustado sobremanera conocer.
Hecha la siguiente aclaración, para quienes puedan creer, y no sin razón, que debí ahondar más en la existencia de un perdedor de una guerra cruenta y de una posguerra tan gris como terrible, vivida gran parte de ella en prisiones tenebrosas y en las que sobrevivir era lo primordial, debo decir que Fructuoso Miaja, cuando se acercaba el final de su relato, estaba muy interesado en hablar de su tarea como alcalde. Pero yo no creí oportuno, vaya usted a saber por qué, prestarle oído. Así que me limité, simple y llanamente, a cerrar esta especie de opúsculo con estas declaraciones suyas.
Dice Fructuoso Miaja: En los diez años que llevo metido en política democrática, quién me lo iba a decir, he sido concejal, senador, y ahora me veo sentado en el sillón de la alcaldía. Dije, cuando tomé posesión del cargo, que quería ser un alcalde con conocimiento de la calle. Y, claro está, no he dudado en seguir paseándola diariamente. Hablé con los funcionarios, en su día, y les comuniqué que siempre trataría de ser dialogante con ellos. Y lo estoy cumpliendo.
He delegado muchas funciones en los concejales, aunque suelen rendirme cuentas. Confié ciegamente en los partidos con los que pactamos. Pues con ellos, o sea, con Ceuta Unida y el CDS, estaba asegurada la gobernabilidad. Desde el primer día mantuve contactos cordiales con las instituciones. Mis relaciones con la comandancia general son estupendas. Precedidas por un enorme respeto.
Hasta ahora he tenido, seguramente, la oportunidad de equivocarme mucho y acertar lo justo. Pero nadie podrá negarme que sigo poniendo todo mi empeño en regir los destinos de esta tierra con el amor que siento por ella. De los logros, en forma de proyectos y consecuciones, me disgusta hablar. Para qué... Que sean otros, cuando toque, si acaso sienten interés por este tiempo de nuesta historia, los que analicen lo que hicimos bien y, por supuesto, que aireen nuestros errores.
Ahora bien, lo que me cabe destacar, pues lo creo de justicia, es que gracias al comportamiento de los concejales participante en tareas de gobierno, hemos conseguido que cesaran los tumultos en los plenos y que reinara el sosiego en la calle.
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