Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 4 de junio de 2016

F. Miaja: El día clave

El 28 de octubre de 1982, a las nueve de la noche, los socialistas -dice Fructuoso Miaja- celebrábamos ya el haber ganado las elecciones en Ceuta. Triunfo de mucho valor por haber sido obtenido en un feudo de la derecha. Pero aún nos quedaba recibir una alegría mayor: conocer que el Partido Socialista Obrero Español había ganado las elecciones generales por mayoría abrumadora y podría gobernar sin trabas. Era la primera vez, gracias  a los 202 diputados, que un partido de izquierda iba a gobernar en España sin alianzas.

En medio de la alegría, yo me acordaba de las palabras pronunciadas, días antes, por el director general de la Guardia Civil, el general Aramburu Topete: "Espero que los socialistas sean sensatos, si se hacen cargo del Gobierno". Pues tenía la sensación de que nuestra democracia seguía estando vigilada. Lo cual, debido a mi edad y a lo mucho que había vivido, me hacía recomendarles a los más jóvenes que no sacaran pecho y que procurasen hablar siempre de concordia, justicia y respeto.

Nuestro triunfo comenzó con la descomposición de la UCD. Aunque la clave estuvo en la figura de Felipe González: un gobernante que en nada se parecía a los que España había tenido hasta entonces. El encanto del sevillano se hizo notar desde que apareció en la escena política española. Ni hablaba como sus antecesores, ni se las daba de intelectual, ni había en él posturas comparables con ningún otro. Cautivó a la gente y el socialismo emprendió el camino victorioso. Eso sí, yo insistía, una y otra vez, en la sede de Daoíz, que había que manejar la alegría con tino. Y razones había para ello.

La campaña se había desarrollado entre bombas terroristas, el ruido de sables, la pretendida intentona golpista que estaba preparada para el 27 de octubre -jornada de reflexión- y la aparición de Tejero en las listas electorales del partido Solidaridad Española. Todo ello, además, unido a una realidad: pocos apostaban por el cambio en España. Ya que tanto conservadores como comunistas lo consideraban demasiado prematuro para nuestro país.

De ahí que no me causaran extrañeza las palabras de Alfonso Guerra, anunciando la victoria desde el Hotel Palace de Madrid, convertido durante todo el día en el cuartel general de los socialistas. Unas palabras impregnadas de alegría, pero con suficiente serenidad para evitar provocaciones inútiles.

De aquella noche mágica para nosotros recuerdo la imagen de Felipe González dirigiéndose a los españoles para hablarles de progreso, moderación y solidaridad. Aunque no menos emocionantes resultaban aquellas otras imágenes en las que, mientras hacia su discurso el secretario general de los socialistas, cientos de personas recorrían las calles madrileñas, celebrando la victoria. En esos momentos, de tan indecible alegría,  me acordé de aquel otro día, 14 de abril de 1931, cuando la II República fue también festejada

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