Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 20 de mayo de 2016

Cataluña está enferma de particularismo

Don José Ortega y Gasset pensaba que la dificultad para hacer de España una nación radicaba en su extremo localismo. El cual la mantenía en perfecta disociación. Y a continuación expresaba el siguiente deseo: Ojalá España fuera algo así como una bola de billar; perfecta, redonda, pulida y, lo que importa más, compacta, elástica, capaz de vibrar y brincar ágil bajo la menor presión. Pero España está enferma de particularismo.

De tiempo inmemorial he venido oyendo y leyendo que si Cataluña va bien España también estará viviendo sus mejores momentos. Que esa tierra debe ser el espejo en el cual mirarnos todos los demás españolitos. Del sentido común de los catalanes se ha escrito hasta hacernos creer que sólo los nacidos allí son capaces de entender mejor que nadie y juzgar con la lógica más excelente.

Lo del famoso seny catalán es un regalo de Dios convertido en regla fundamental de un modo de comportarse que nada más que se obtiene en ese país. Y para qué contarles del complejo de inferioridad manifiesta que tenemos todos los que carecimos de la suerte de abrir los ojos en un lugar al que se llega ya con el marchamo de laborioso, de ahorrador y, sobre todo, de gente de fiar en todos los aspectos.

En estos momentos se me viene a la memoria cómo los andaluces recibían hace ya muchos años al Honorable Pujol cuando se dignaba visitar una región donde la forma de ser es diametralmente opuesta a la que él representaba. Era una especie de agradecimiento atávico por pensar en una tierra de promisión a la que aún se podía emigrar.

Los catalanes, no todos, han partido siempre de que el Barça es más que un club y se empeñan en convencernos de que sus ladrones han de estar tan protegidos como Enrique III lo hacía con los maestros que delinquían durante su reinado. No cabe la menor duda de que los catalanes están en saber por encima, incluso, de los leperos. Que ya es decir. Aunque no conviene olvidar que sus antepasados anduvieron imponiendo la omertá allá por tierras sicilianas. Ahonden en la historia y verán como la mafia aparece bajo el beneplácito del mejor seny español.

A los catalanes, no todos, desde la instauración de la democracia, les encanta que el Barcelona juegue la final de la Copa del Rey para permitirse el lujo de pitar hasta la extenuación el himno nacional y así poder mofarse del Rey de España en su propia cara. Y, como semejante afrenta no recibe el castigo correspondiente, ellos siguen dando muestras visibles de que están legitimados para hacer lo que les salga de sus... dídimo. Sin que las autoridades se atrevan a decir ¡basta ya!

¡Basta ya! podría haber dicho el Juez de lo Contencioso Administrativo número 11 de Madrid, a quien le tocó decidir si autorizaba o no que las esteladas pudieran ser enarboladas en el campo del Atlético de Madrid durante la final de la Copa del Rey. Pero el juez ha estimado lo que se veía venir: que los catalanes pueden inundar de esteladas el Vicente Calderón -algo prohibido por la la ley del Deporte y por la UEFA-. Ateniéndose a la libertad de expresión. Menos mal que no ha dicho que en esa libertad de expresión se incluyen las ofensas al Rey. Que las habrá. Ajo y agua.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.