Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 28 de abril de 2016

Pegando la hebra con amigos

El martes pasado estuve en la Cafetería del Parador Hotel La Muralla, algo habitual en mí, y tuve la suerte de hallarme con Pedro Fernández Olmedo; quien fue, durante más de cinco años, director del establecimiento. Época en la cual el Parador volvió a reverdecer laureles. Y es que Pedro consiguió ganarse el afecto de los ceutíes y ello, como no podía ser de otra manera, redundó en beneficio de la empresa. Durante la comida, ya que decidimos pasar al comedor, Pedro y yo miramos hacia atrás para recordar los mejores momentos vividos. Que no fueron pocos. Tampoco eludimos los problemas por los que hubo de pasar dirigiendo un Parador complicado. Y, naturalmente, pegamos la hebra sobre El Puerto de Santa María, y también conversamos de la Casa de Ceuta en Cádiz. Salió a relucir el nombre de su presidente: Silverio de la Yeza. Y reonocí haberle tratado muy poco. Por no decir apenas nada. Pedro me puso al tanto del mucho aprecio que me tiene Juan Manuel Pedreño: figura del periodismo radiofónico, durante muchos años. En fín, hacía tiempo que yo no veía a Pedro Fernández Olmedo; gaditano a quien no se le cae de la boca el nombre de Ceuta en la Península. Ah, qué gran tipo es don Pedro.

Miércoles. Caminando por la Avenida de Martínez Catena -territorio  de los paseos cardiovasculares-, me crucé con Alfonso Conejo y África, su mujer, y nos pusímos a charlar. Mi aprecio por ambos es evidente y ademas me encanta, siempre que nos vemos, intercambiar impresiones con el matrimonio. Me consta que Alfonso es lector de cuanto escribo y, por tanto, se sabe de memoria cómo se va desenvolviendo 'Aires de Ceuta'; blog que acaba de cumplir un año y que ha llegado a la cifra de 30.000 visitas. -de lo que habré de escribir a fin de agradecerle a Alberto Gallardo sus palabras de ánimo para que yo afrontara la empresa en su día- Alfonso me dijo que estaba aprendiendo fútbol conmigo pero que echaba de menos otras opiniones. Y, claro, aprovechándome de nuestra amistad, yo decidí irme por los cerros de Úbeda. AC, que sabe más que Lepe, prefirió dar la callada por respuesta. Para eso están los amigos.

Fue despedirme de Alfonso Conejo y África, y tropezarme con Pepe López Fuentes. Con él trabajé yo hace un montón de años en El Periódico de Ceuta, cuando éste se hacía en una nave del Muelle de Poniente. Pepe era jefe de administración de un  medio donde los problemas se acumulaban y los líos se sucedían sin solución de continuidad. Pero Pepe, amén de ser muy buena gente, no estaba escaso de valor sereno. Algo que era tan  necesario como el respirar en aquella empresa cogida con alfileres. Luego, como era persona con aptitudes y conocimientos suficientes para abrirse camino en la vida, fue un funcionario muy apreciado por cuantos han tenido la suerte de tratarlo. PLF es, además, del Madrid. Y me reconoció que él supo de Lucas Vázquez, leyéndome a mí, y cuando nadie le prestaba la menor atención a tan buen futbolista. Con Pepe López Fuentes da gusto hablar de todo lo habido y por haber. Y yo me precio de hacerlo cada dos por tres.

Antonio García, propietario de la Librería San Martín, debido a que todos los días charlamos lo nuestro, siempre me recuerda que hay muchos aficionados del Athletic de Bilbao esperando que alguna vez opine del equipo bilbaino. Equipo del que AG  es  hincha desde que vestía pantalones cortos. Y a mí se me ocurrió contarle hoy jueves, deprisa y corriendo, la siguiente anécdota: Mira, Antonio, un día llamé a Manolo Delgado Meco -amigo de juventud, a las instalaciones de Lezama- para que me facilitara una entrevista telefónica con Telmo Zarra Onaindía. Éste tardó nada y menos en llamarme. Y pronto tuve la sensación de que Zarra me conocía de toda la vida. Me dijo que sus achaques no le permitían viajar y que por tanto me agradecía muchísimo mi invitación para que diera una conferencia aquí. Y a partir de ahí hablamos de muchas cosas. Hasta que me puso al tanto de su madridismo. De cómo admiraba a Hugo Sánchez. Y sobre todo de la manera que el Madrid solía portarse con él: más que bien. Eso sí, Zarra me rogó encarecidamente, entonces, que no dijera ni pío de sus magníficas relaciones con el equipo merengue. Porque estaba seguro de que no iban a sentar nada bien en Bilbao. Y así lo hice.

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