Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 16 de abril de 2016

Fructuoso Miaja: la muerte de Antonio Parrado

Un mal día de noviembre -dice Fructuoso Miaja- me enteré de que habían acabado con la vida de Antonio Parrado. No sin antes hacerle pasar las de Caín. Era Parrado una de las mejores cabezas pensantes del socialismo ceutí. Escribía muy bien y hablaba mejor. Ambas cosas le servían para destacar en su partido. Perseguido desde la noche del día 17, AP consiguió esconderse en las cercanías de la playa de Benítez, pero su suerte estaba echada. Su culpa era ser persona con ideas adelantadas a su época. Lo detuvieron meses más tarde y lo condenaron dos veces a muerte. Andaba en los 26 años y dejó mujer e hijo pequeño.

En medio de tan terribles noticias, yo continuaba viéndome con el patrón que podía poner su barco a disposición de una veintena de personas necesitadas de huir a Tánger. Mis compañeros de la Central Nacional del Trabajo, además de reunir el dinero que nos faltaba para pagar el medio de trasnporte, me habían comisionado como única persona autorizada para mantener las conversaciones. Ya que cualquier indiscreción se pagaba con la vida.

Sobre mi recayó una carga muy pesada. Pero me animaba el saber que, pese a mi juventud, mis compañeros estaban convencidos de que habían elegido a la persona idónea. Partía, todo hay que decirlo, con la ventaja de la buena amistad que me unía al patrón y también propietario del barco. Un pesquero que reunía muy buenas condiciones y que contaba con  un marinero experto y con agallas suficientes para correr tamaño riesgo.

Cierto es que no fueron fáciles las conversaciones, dado que el patrón me exponía los muchos problemas que la huida podría acarrearle a su familia. Reconozco que hube de emplearme a fondo hasta hacerle comprender, con razonamientos adecuados a la situación que vivíamos, los peligros que él y los suyos correrían si no tomaba una decisión rápida. Y él,  hombre de la mar y con la intuición bastante aguzada, entendió, al fin, que lo mejor era poner millas de por medio. Y todó quedó preparado para navegar en el mes de diciembre. Aún quedaban días que se me hicieron eternos.

Mientras tanto, durante el día trabajaba y procuraba pasar inadvertido. Pero por las noches, aprovechando la oscuridad, me dedicaba a preparar los contactos para salir de Ceuta. A partir de las ocho de la tarde, la ciudad se quedaba sin luz y sólo en la plaza de África había vida: allí estaba acampada una Bandera del Tercio y también se hallaba un Tabor de Regulares. Los legionarios vivían en tiendas de campañas. En tanto que los moros, envueltos en sus chilabas, se sentaban en el suelo. Todos esperaban la orden para cruzar el Estrecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.