Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 22 de abril de 2016

Debate sobre Monarquía o República

Han sido siempre los extranjeros quienes han dicho que no es juicioso discutir con los españoles acerca de sus propios asuntos políticos. Gerald Brenan, 'en La faz de España', comenta que, hablando con un excelente cura, en 1949, hubiera podido decirle que si los Militares y la Falange no se hubieran alzado en julio de 1936 y desde el primer día no hubieran iniciado el holocausto de muertes, ninguna de aquellas terribles cosas habría ocurrido.

Sin embargo, el escritor inglés reconoce que si hubiera dicho esto, el cura hubiera podido responder que los mineros asturianos se habían alzado en 1934, y que en 1931 se quemaron muchas iglesias. Y así se hubiera podido ir retrocediendo en la historia hasta las Guerras Carlistas y la Constitución de Cádiz, con un acto de provocación conduciendo inevitablemente a otro.

Quizá algún día los españoles nos demos cuenta de que a largo plazo se pierde más en las luchas intestinas que en los compromisos, y veamos que en nuestros asuntos cuanto más grande es la victoria hoy mayor será la derrota mañana. Pero lo que no está de más, ni mucho menos, es hablar de la tragedia ocurrida entonces para que jamás vuelva a suceder y sobre todo para no hurtarle a los jóvenes la posibilidad de que conozcan esa parte funesta de la Historia de España desde distintos ángulos y voces.

Conviene reconocer que nos está durando la discusión, los gozos y los terremotos sobre Monarquía y República, desde hace más de dos siglos. -Emilio Romero-. A veces se adormece un poco la polémica, pero no se momifica, sino que reaparece como la sangre de San Pantaleón. Últimamente he podido comprobar que han vuelto a suscitarse los debates al respecto. Pero es bien cierto que en ocasiones  no con los conocimientos que debieran tener quienes aceptan  meterse en tales controversias

Cierto es que el alzamiento militar de 1936 fue, en sus materiales principales, una obra de militares y de monárquicos alfonsinos. Enseguida se incorporó a este alzamiento militar toda aquella España de la derecha que respiraba contra la República, y se añadían los falangistas y los carlistas, que eran otra cosa, pero que movilizaban las juventudes más valerosas o violentas, contra las juventudes violentas y valerosas del comunismo, del socialismo y del anarquismo.

A partir de ahí, y con un encendido ánimo de síntesis, recordaré que el paso de la Monarquía de don Alfonso XIII a la República fue entusiasta, popular y pacífica. Había unos republicanos de tres especies, que eran los que aparecían delante, dando identidad y prestigio a la República, como eran Niceto Alcalá Zamora, Alejandro Lerroux y Manuel Azaña; y los tres aparecían arropados por la flor y nata de los grandes intelectuales de la época, como Ortega y Gasset, Unamuno, Marañón y otros. Todo esto tenía una gran respetabilidad. Pero, social y políticamente, aparecían tres organizaciones, procedentes de los idearios revolucionarios del siglo XIX, y que eran el socialismo, el anarquismo y el comunismo.

Estos tres movimientos ideológicos proclamaban "la revolución social", especialmente después de la triunfante Revolución rusa; así es que su colaboración en una república democrática era imposible, aunque los socialistas fueran una excepción, porque pensaban que desde el poder sería mejor ir hacia la revolución que desde la calle. Cierto que había otros socialistas menos radicales, y un poco democráticos, que confiaban en el crecimiento de la sociedad para llegar al socialismo. Así es que los materiales republicanos tenían estas características.

Paralelamente, a todo esto, los políticos monárquicos proscritos se defendían mediante sus actividades, sus periódicos, sus pensamientos y sus conspiraciones. También teníamos en España el famoso carlismo del Norte y del Maestrazgo, que venía de cien años atrás, y que era opción política monárquica con activismo. Inmediatamente después de entrar en acción los primeros Gobiernos de la República, nacieron estas dos cosas: una derecha con líderes católicos y en el acatamiento democrático, cuyo líder era José María Gil Robles, y la versión española del fascismo europeo de entonces, tras la experiencia de Mussolini y de Hitler, que fue la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera y de Ramiro Ledesma.

Así que en medio de una exaltación del mundo joven en toda la España de entonces, como hacía mucho tiempo que no sucedía, se dividían así estas juventudes: en socialistas, en anarquistas, en comunistas, en "populistas católicos" y en falangistas. De modo que la democracia de Montesquieu no era amada más que por esa izquierda progresista y burquesa que trajo la República, y que no era otra cosa que sus figurones ilustres. Como se verá, la democracia de 1931 era imposible.

Máxime cuando se produjeron tres sucesos explosivos: en 1932 se levantó un  grupo de militares, pero sin éxito; en 1934 se levantaron en una revolución socialistas, comunistas y anarquistas -sencillamente porque había ganado el centro y la derecha unas elecciones generales-, y en 1936 se produjo otro levantamiento militar, esta vez bien organizado, y ya con la colaboración de las dos otras Españas, que no eran marxistas, anarquistas o de la izquierda. Y ese fue el final.

A partir de ahí se puede debatir acerca de lo logrado en los dos primeros años de Azaña como presidente del Gobierno republicano y sobre todo de las desgracias de una República a la que nacieron feliz y progresista, pero sin caer en la cuenta sus hacedores de las muchas adversidades que la acechaban por doquier.




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