Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Aperitivo literario

Ayer,  como casi todos los martes, me di mi vuelta por el centro de la ciudad y, llegado el momento apropiado, tomé el aperitivo con conocidos. Lo cual no deja de ser un rato de ocio tan agradable como necesario para dialogar. Tampoco es ninguna mentira decir que el vino es el mejor antídoto contra la tristeza al par que capaz de hacer hablar a quienes les puede la timidez de pronunciarse en público. Porque en estas ocasiones el juego es obvio: se trata de estar simpáticos, amenos y comedidos en el límite de la espontaneidad.

Ayer, sin embargo, en la mente de todas las personas de bien estaba fijado el ataque terrorista habido en Bruselas. No obstante, entre las que yo frecuenté apenas había ganas de referirse a un nuevo acto de locura extrema y cuyo fin es que la gente ante la posibilidad de perder la vida se deje domeñar por el pánico. Porque no hay cosa peor que tenerle miedo al miedo. En fin, que hablando por encima del asunto a mí se me ocurrió recomendar la lectura de Identidades asesinas.

AG quiso saber de qué iba ese libro. Y le conté que es una denuncia apasionada de la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en nombre de su etnia, lengua o religión. Una locura contada por Amin Maalouf; escritor nacido en Líbano y exiliado en Francia. Identidades asesinas es un canto al ciudadano frente a la tribu, una llamada a la tolerancia. El ejemplar que obra en mi poder me lo regaló Fernando Rodríguez -buen amigo y lector empedernido-, hace ya años.  Y, a su vez, yo le hablé de Identidades asesinas a Mohamed Alí, en su día. Y hasta creo recordar que me dijo que se había hecho con él.

Hablando de libros -y dado que tanto la Navidad como la Semana Santa son acontecimientos que invitan a leer, a mí me suele suceder-, MA no tuvo el menor inconveniente en pedirme asesoramiento acerca de un título con el cual pudiera distraerse estos días. Y, claro, conociendo su pereza para afrontar semejante ejercicio, a mí se me vino a la memoria, en un amén, Cartas a los celtiberos esposados. Evaristo Acevedo es su autor. Y con sus cartas, en los años setenta, disfruté tanto como así mismo me hicieron saber más de la Historia de España mediante el humor. La pena, le dije a MA, es que no te lo puedo prestar; pues el ejemplar que yo tengo está impresentable, de tan  manoseado.

Y estando ya metido en harina sobre propaganda de libros, les recordé a mis interlocutores el Diccionario del español 'eurogilipuertas'. El cual trata de la corrupción progresiva de la lengua que hablamos y escribimos. Fue escrito por Luis Díez Jiménez. Y lleva ya muchos años ocupando lugar destacado en los anaqueles de mi modesta biblioteca. Y les dije que merece la pena hacerse con este libro para reír y para aprender, y para reflexionar entre 'burlas y veras' sobre el acuciante fenómeno de que cada vez estropeamos más nuestra lengua.

A propósito, ayer, martes, no hablamos ni del Madrid, ni del Barcelona, ni del Atlético, ni de Piqué... únicamente de libros. ¡Milagro!

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