El 22 de marzo del año pasado se me ocurrió a mí destacar con qué fuerza había abierto sus puertas y cómo la gente estaba repondiendo cual merecía un restaurante pensado para triunfar plenamente. Diez meses después los resultados fueron tan buenos que la dirección decidió cerrar el local varios días para hacer reformas. Lo cual parecía rizar el rizo. Pero conociendo a sus propietarios, que rezuman perfeccionismo, no me extrañé.
Está el Mesón la Dehesa situado en una plaza recoleta, cuyo nombre corresponde a Bernabé Perpen. Protegida por edificios altos, en ella hay un microclima especial. El cual hace posible que se esté muy bien en la amplia terraza perteneciente al establecimiento. La barra del mismo tiene su atractivo. Y qué decir de los comedores: acogedores, cómodos, confortables...
Tampoco conviene olvidar el acierto habido al elegir al personal adecuado y que ha sido capaz de generarse la simpatía y el aprecio de muchos clientes que han ido propalando lo bien que se está en la Dehesa y la calidad de sus productos. Abundan las tapas tradicionales y las raciones. La última vez que estuve me supieron a gloria unas fabes con morcilla de Burgos y chorizo criollo. Sus callos están para chuparse los dedos. Y cómo olvidarse del rabo de toro, del Marmetaco del mar o de nuestra tortilla campera. Los vinos buenos no faltan y los precios son asequibles.
Sobra decir que el buen ambiente suele reinar todos los días y fiestas de guardar en la Dehesa. Los sábados, por ejemplo, el mesón se pone a tente bonete. Es decir, lleno a rebosar. Y si el sol luce, dado lo protegida que está la ya reseñada plaza, no hace falta decirles que en la terraza se está muy bien y hasta hay espacios para que los niños puedan distraerse sin que sus mayores los pierdan de vista y sin miedo a la circulación de vehículos.
En fin, que me place decirles que la Dehesa vuelve a abrir sus puertas -tras haber estado cerrado unos días por reforma- para que sus clientes disfruten aún más de sus instalaciones, de su servicio y de sus productos. Se impone, pues, ir al Mesón la Dehesa a partir de mañana. Y así todos los días que ustedes puedan. Y, créanme, que saldrán encantados de haberlo hecho.
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