Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 29 de enero de 2016

El empleo

Hace años todo el mundo afirmaba que el umbral de un millón y medio de parados sería intolerable. Superamos semejante umbral, y sin embargo nadie se salió del tiesto. Así que sólo nos quedó dar las gracias... Pero cuidado, decían a gritos pelados los periodistas en las tertulias televisadas, porque un país como el nuestro no soportaría a dos millones de solicitantes de empleo sin disturbios sociales gravísimos. Y se quedaban tan panchos.

Pues bien, el número de parados fue creciendo hasta alcanzar la cifra de cinco millones y algo más. Eso sí, los escándalos de corrupción se iban sucediendo y los españoles ya no decían aquello, convertido en lema, de que "hacen bien los políticos en robar... ". Y se dejaban caer de tal guisa: "¿Acaso tú, de estar en el lugar de los políticos, no te lo llevarías calentito?". Pero tampoco a la gente le dio por hacer un 'Mayo Francés'

Los parados españoles (conviene decir que se iban empobreciendo y principiaban a vivir con menos de lo justo y muchos ni siquiera con lo indispensable para poner la olla y que comiesen sus hijos), además de pasar necesidades y fatiguitas de aquí te espero, se vieron atropellados por los desahucios.  Y entonces, como no podía ser de otra manera, salieron los vecinos a la calle para protestar ruidosamente y acompañar en tan mal trago a las víctimas de semejante tropelía.

Capitales como Madrid, Barcelona, Sevilla y otras ciudades importantes, fueron durante muchos días centros de atención de innumerables españoles que asistían atónitos a los desalojos  llevados a cabo. Cada vez que algo así ocurría, en casi todos los hogares primaban la pena emocional y una ira patente contra los hacedores de tamaño oprobio. Sin pararse a pensar la gente en leyes y derechos contraídos por los expulsados.

Aquellas nefastas situaciones, que a todo español de bien conmovían, propiciaron la salida en tromba de los futuros militantes de Podemos a la calle. Sabedores de que todas las televisiones estaban dispuestas a grabar cuanto aconteciera. Y así  lograron llamar la atención y granjearse la simpatía de muchos españoles. Y aún más: Pablo Iglesias y su camarilla se vieron pronto recompensados por los programas televisados que pusieron a su entera disposición.  Cabe decir, sin temor a errar, que los dirigentes de Podemos acapararon, durante meses y meses, la atención de toda España. Y es que no había platós que se les resistiera.

La salida de Podemos a la escena política, aprovechando las desgracias de unos ciudadanos abatidos por la insensibilidad de los gobernantes, fue necesaria. Claro que sí. Como también fue indispensable que se convirtiera en un partido sujeto a las reglas del juego democrático. Pero los dirigentes de Podemos han errado en algo fundamental: no han sabido mostrarse tal y como lo hizo el PSOE cuando España era un hervidero de intrigas políticas y de miedos a las distintas derechas y comunismos que, en un principio, se negaban a colaborar en la instauración de la democracia.

El Partido Socialista, en aquellos años difíciles de la transición, renunció al marxismo y se nos presentó como un partido convencido de que en España urgía implantar una socialdemocracia duradera para  que desaparecieran los miedos a las izquierdas de una vez por todas. Y a fe que cumplió más que bien con su cometido. Con aciertos gloriosos y errores mayúsculos. Nadie es perfecto.

Pablo Iglesias, a pesar de que es inteligente, amén de llevar la política en sus genes, puede haber perdido -por irse de la mui, fechas atrás- la oportunidad de pactar con los socialistas. Craso error. El cual le va a impedir gozar de la mejor oportunidad que tenía para generar confianza entre la gente. Confianza que va perdiendo con celeridad. Y es que los españoles  no están para hacer ninguna revolución. Pues saben sobradamente que ésta concluiría en un reforzamiento del poder del Estado. Y hasta ahí podíamos llegar.

Nota: el comunismo nace donde hay una extensa situación de pobreza, de desigualdad y de resentimiento por todo esto. Así que de seguir las cosas como hasta ahora, a Pablo Iglesias le puede llegar muy pronto su oportunidad. Oído al parche.

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