Me pregunta Emilio Lamorena, tan buen aficionado al fútbol, que si es verdad la anécdota que le contaron, hace poco, sucedida siendo yo entrenador del Algeciras y Desiderio Herrero de la Agrupación Deportiva Ceuta, en un partido correspondiente a la Copa del Generalísimo, en la temporada 74-75. Y le respondo que sí. Y entonces va y me dice que le gustaría oírmela a mí. Y, claro, me pongo a sus órdenes en un amén. Faltaría más.
En principio, querido Emilio, debo decirte, por si lo has olvidado, que el Alfonso Murube se ponía a tente bonete, como suelen decir en Córdoba. Traduzco: lleno. Era una alegría disfrutar del ambiente que había en el campo y en sus alrededores. Por más que uno supiera que ganar en Ceuta era tarea muy complicada. Tan complicada como pedirle a los hermanos Márquez que controlaran sus pulsaciones cuando su equipo iba perdiendo.
Aquel partido lo dominó el Algeciras de principio a fin. Pero el resultado fue de empate a cero. Eso sí, al entrenador de la ADC le dijeron impropios desde todos los lados del campo. A Desiderio Herrero lo conocí yo en los años sesenta en los madriles. Alternaba en Domitila, bar situado en el Paseo de las Delicias, y era ya un técnico muy solicitado tanto en Tercera como en Segunda División A. Era remilgado, melindroso, o sea cursi de solemnidad. Aun así, caía bien. Y, desde luego, chanelaba de fútbol con soltura y conocimientos loables.
Recién terminado el partido, el entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta, debido a la bulla que le habían dado y sobre todo dolido por los insultos recibidos, se me quejaba amargamente. Cosa rara en un entrenador curtido ya en mil batallas. Cuando se lo hice saber, me dijo que todo lo soportaba con resignación cristiana; todo menos que le mentaran a su madre. Así era mi estimado DH.
A mí, tras oírle, se me ocurrió expresarme así: amigo Desiderio, el miércoles próximo, posiblemente se cambien las tornas; o sea, que a mí me pondrán como chupa de dómine y hasta se ensañarán conmigo los aficionados del Algeciras si tu equipo gana. Pero a mí, créeme, no me afectará en absoluto lo que vocifere la gente. Puesto que eso forma parte, desgraciadamente, del espectáculo.
Pues bien, la Agrupación Deportiva Ceuta, jugando mal, rematadamente mal, en tarde de levante fuerte, consiguió ganar el partido y la eliminatoria, gracias a que Pedro Moreno marcó un gol desde la plaza de los Reyes. Ni que decir tiene que a la salida del estadio fui esperado por innumerables aficionados que a punto estuvieron de lincharme. Escena presenciada por el entrenador del Ceuta. Y a mí me dio por recordarle lo hablado la semana anterior en el Alfonso Murube.
A Pedro Moreno, cuando nos cruzamos por el centro de la ciudad, siempre le recuerdo su gol en El Mirador. Que fue un auténtico golazo. Y a Pedro, querido Emilio Lamorena, como no podía ser de otra manera, se le alegran las pajarillas.
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