Comenzaré por decir que en toda campaña electoral lo primero que se me viene a la memoria es la frase que expresa lo que pensaba Tierno Galván -víbora con cataratas, según Raúl del Pozo- al respecto de las proposiciones de los políticos en dicho tiempo: "Las promesas electorales están para no cumplirse". Y el viejo profesor parecía disfrutar cuando se le recordaba que su aforismo estaba llamado a pasar a la posteridad. El alcalde de Madrid, y hacedor de los bandos más originales que redactarse puedan, inmortalizó una verdad como un templo.
Muchas son las citas sobre las elecciones que merecen ser recordadas. Puesto que son ideas tan acertadas y expresadas con tanta concisión como para que el paso del tiempo no sólo no haya hecho mella en ellas, sino que siguen disfrutando de lozanía. Parecen recién salidas del cacumen de sus autores. He aquí, por tanto, otra frase, que se registró hace la tira de tiempo y que, sin embargo, uno podría presumir de que la oyó ayer, antier, o esta misma tarde. Que para el caso es igual. Reza así:
-Si quiere usted ser presidente, no pierda el tiempo escribiendo artículos: coja un vídeo y practique durante horas para aumentar su atractivo televisivo.
Por cierto, debo decir, pues justicia obliga, que Mariano Rajoy, a pesar de sus tics, muecas, guiños y visajes antiestéticos, estuvo más que bien conversando con Bertín Osborne en la casa de éste. La televisión ha vuelto a ser un medio esencial para los políticos. Muchos más cuando la pequeña pantalla ha demostrado que únicamente exige naturalidad, espontaneidad, llaneza. Aunque no crean que es fácil engañarla.
François Miterrand, cuando los ciudadanos no le votaban en la medida que él necesitaba, los ponía a parir. "Los franceses hacen huelga los lunes porque sube el pan; los martes se manifiestan porque ganan poco; los miércoles protestan por la falta de libertades... y el domingo votan a la derecha". Genial. Menudo era el gachó. A mí, la verdad, François me caía bien por lo enamoradizo que era. ¡Qué tío! Cualquiera le confiaba a la vecina del quinto.
En cambio, Alberto Moravia, escritor italiano, lo tenía muy claro: "Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado".
-¿A quién va a votar usted? -me pregunta como si tal cosa el empleado de un establecimiento que suelo frecuentar.
-A la derecha moderada, joven.
-¿Cómo?...
Sí, hombre, "deja que empiece a caérsete el pelo y a fastidiarte la úlcera del duodeno y verás como te vas pasando sin querer a esa derecha que yo te he dicho".
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