Antes de celebrarse el partido Cádiz-Madrid, correspondiente a la Copa del Rey, me dio por recordar a Manuel Irigoyen, presidente que fue del equipo gaditano. Y lo hice contando por escrito nuestras desavenencias, ocurridas por un quítame allá esas pajas, sin pensar, ni por asomo, que en Carranza podría producirse otro milagro similar a los que él obraba en situaciones en las que su equipo necesitaba más de la gracia divina, para evitar un desastre deportivo, que de sus extraordinarias mañas en la Federación Española de Fútbol. Porque Irigoyen era, créanme, mañoso y muñidor.
Pues bien, estaba yo disfrutando de lo lindo con el juego de James (de quien se ha dicho que es famoso por haber marcado un gol espectacular en el Mundial de Brasil. ¡Qué horror!), cuando los gaditanos se burlaban ya a voz en cuello de la alineación indebida de Cheryshev: autor del primer gol de su equipo.
Y como uno es supersticioso, y a mucha honra, dije para mí: ha sido nombrar a Irigoyen, que en paz descanse, y el mal fario se ha apoderado de mi Madrid en un amén. Y, claro, me sentí culpable de haber provocado tamaña desgracia. Pero pronto reaccioné, y para bien, ya que las desdichas del Madrid vienen de atrás. Y lo que te rondaré, morena.
Así que a Florentino Pérez le urge descubrir cuanto antes al gafe que hay en la entidad. Éste puede estar donde menos lo espere. Incluso en el palco -ese que Alfredo Relaño no se cansa de poner por los suelos-. Mientras tanto, le recomiendo al presidente del Madrid, en momentos tan difíciles para él, que se guarde del cenizo mediante la siguiente conjura: extendiendo los dedos índice y meñique de una mano. Es una solución apremiante.
La pena es, de verdad de la buena, que ya no viva mi admirado Jaime Campmany, quien tenía bien ganada fama de localizar a un gafe a la legua. Conocimiento que achacaba a las buenas relaciones mantenidas, durante una etapa de su vida en Italia, con el profesor Occhipinti; especialista consumado en gafes, cenizos, aguafiestas, malasombras, etcétera. Y también de sus derivados: sotanillos y manzanillos.
Si el Madrid queda eliminado de la Copa del Rey, por una posible negligencia, en el hecho acaecido, me da a mí en las pituitarias que el Cádiz, además de disputar, lógicamente, otra eliminatoria de la competición copera, ascenderá de categoría esta temporada. Y es que en el Cádiz parece que ha vuelto a imperar el espíritu del siempre añorado Manuel Irigoyen. Quien destacó, sobremanera, como mañoso y muñidor.
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