Fechas atrás, Bertín Osborne, quien goza actualmente de máxima y merecida popularidad, gracias a ese magnífico programa de entrevistas que conduce en TVE, titulado en 'Tu casa o en la mía'. alzó la voz para decir que hablar de Franco -o de ese tío- sobraba. Que se imponía olvidarlo. Y alegaba que él también lo había hecho con quienes mataron a varios de sus tíos en Paracuellos de Jarama.
La evolución política de BO es indudable. Aunque semejante transformación no debería ser motivo para que él nos diga que dejemos de hablar del dictador en el cuarenta aniversario de su muerte. Algo que, según Bertín, suele encabronarlo. Pues la historia de España, en este caso, la que corresponde a 36 años de franquismo, siempre ha de permanecer viva por razones obvias. Por tal motivo, yo escribiré hoy de Franco y la corrupción.
¿Saben ustedes, por ejemplo, cómo se comportaba el jefe del Estado cuando algún ministro se atrevía a informarle de cómo la corrupción se había instalado en todos los organismos oficiales? Pues he aquí dos anécdotas. La primera es contada por el doctor don Antonio Puivergt, el gran urólogo catalán, en Mi vida y otras más... Libro de sus memorias. Reza así:
Era la época de las restricciones de gasolina derivadas del bloqueo económico mundial al régimen español. Y don Blas Pérez, catedrático de Derecho Civil y ministro de la Gobernación, durante años comprendidos entre los cuarenta y los cincuenta, obtuvo una lista nominal de los usuarios de 4.600 coches oficiales destinados al servicio familiar de personajes con cargo oficial. Y se la mostró a Franco, con la información de los miles de litros de gasolina que aquellos coches consumían. Un dispendio en toda regla.
El jefe del Estado la revisó con minuciosidad, informándose a fondo. Luego le dijo simplemente:
-De esto ya hablaremos otro día.
Como quiera que ese "otro día" no llegaba, Blas Pérez, pasado un tiempo prudencial, volvió al Pardo a plantear el tema.
Franco, después de revisar la lista de nuevo le respondió: "Guárdese usted la lista; sólo conseguiría hacerme 4.600 enemigos más. No interesa.
Veintitantos años después, siendo ministro de Marina el almirante don Felipe Abárzuza y Oliva, sucedió lo mismo. Esto es, Abárzuza le expuso a Franco los mismos problemas de corrupción que había denunciado en su día el ministro de la Gobernación, Blas Pérez, pero aumentados por el transcurrir de los años. Y el Caudillo volvió a manifestarse de igual manera. De este hecho, quien escribe, pudo enterarse por estar diariamente al servicio de los ayudantes del ministro entre 1961-1962.
En rigor, se puede hablar de Franco, aunque no le guste a Bertín Osborne o lo mande el sursuncorda, en el cuarenta aniversario de su muerte o cuando toque o venga a cuento... Otra cosa es que no hay ya por qué dramatizar y tampoco es conveniente hacer uso de su nombre como motivo de discordia entre españoles.
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