A quien pueda interesar

1) No te sofoques -le dice ella apaciblemente, al hombre que levanta la voz-, que ya andas en los tres duros y medios, y aunque yo creo como tú que España no bajará la cabeza ante los independentistas catalanes, no es cosa de que te dé otro jamacuco por lo que hable el mala cabeza de Arturo Mas.

2) A medida que se van cumpliendo años y se va acumulando experiencia de toda clase y condición, va aflorando cierta impaciencia, como si a uno le molestara que lo que para uno es claro no lo sea para los demás.  De todas formas, la señora con la que he hablado hoy tenía una risa loca, una voz de trueno, áspera, estridente y resonante. Imposible, pues, acordar nada con ella.

3) La injusticia proporciona poderosas razones para vivir y luchar. Es un sentimiento que hiere pero que pone bálsamo a la herida. Creo que así se lo dije no ha mucho a un juez conocido por mí desde hace la tira de tiempo. Ni se inmutó... Todo hay que decirlo.

4) Indiferencia. Cuando de pronto no me interesa una cosa es como si no me hubiera importado nunca. Hasta el punto de que la indiferencia al respecto me es placentera. Semejante poder de olvido me hace ser más independiente en mi vida.

5) Enemigos. A mí me produce tan grande satisfacción tener enemigos inteligentes, como abatimiento me causa ser detestado por alguien que no deja de ser un payaso. Últimamente, el desánimo se ha apoderado de mí. La verdad no tiene más que un camino.

6) Idiotas. Son muy dados a revestirse de indignación moral. Estrategia con la que intentan dotarse de dignidad. Luego, verbigracia, les sale un hijo con aires de político importante, mente débil, y con más tonterías que un mueble bar, y no dudan en propalar que a su niño lo están maleando sus compañeros de partido.

7) Intuición. Dice el diccionario en su primera acepción: conocer (algo) de manera inmediata, sin razonamiento. La mujer, entre otras capacidades, está demostrado que tiene, por ejemplo, la capacidad de intuir mucho más desarrollada que la del hombre. Cuenta, pues, con ese llamado "olfato" que a veces hace que parezca bruja.

Un amigo mío, especialista en el tema, dice, cuando viene al caso, lo siguiente: "Raramente he encontrado en mi experiencia profesional a una mujer que no se diera cuenta de que su marido la estaba engañando aunque se tratara de algo pasajero, mientras es corriente encontrar maridos que ignoran completamente las relaciones extraconyugales de sus mujeres, aunque éstas duren años".