Ben Ali (Jugador de Fútbol). En la temporada 1957-1958 jugó en el CD Badajoz -en el Vivero- frente al Real Betis de Isidro, Valderas, Espejín, Castaño, Vila, Del Sol... Ganaron los pacenses por 2-0, y Ben Ali anuló a Del Sol; siendo ya éste una figura indiscutible del fútbol español. Para celebrar la victoria, conseguida ante un rival encopetado, los jugadores decidieron montarse una fiesta. Y en ella se reveló Ben Ali como un gran cantaor de flamenco. Y hasta se atrevió a cantar por Porrina de Badajoz. Artista singular, figura de la época, por tener una voz que sonaba distinta a la de los demás artistas del género.
Enterado Porrina de Badajoz del hecho, dicen que tardó nada y menos en ponerse en contacto con el jugador marroquí para que éste le cantara. Y, por lo que me dijeron, el cantaor extremeño quedó admirado de cómo decía el cante. Desde ese preciso momento, Ben Ali comenzó a distraerse con sus comparecencias en saraos y su rendimiento futbolístico fue decreciendo. Así que el Badajoz decidió prescindir de sus servicios.
En la temporada 60-61, Ben Ali yo nos encontramos en el Béjar Industrial (Salamanca), y además compartíamos habitación donde estábamos alojados. Habitación con balcón a la calle. Y en la que casi todos los vecinos estaban empleados en empresas textiles y solían levantarse muy de mañana. Tras haber empinado el codo en la barra del Hotel Colón, un lunes por la noche, llegamos más que alegres al hostal. Y mi compañero se asomó al balcón, y tras discursear varios minutos sobre lo que le dio la gana, empezó a cantar rompiendo el silencio de la medianoche.
Las ventanas de las casas, casi todas de dos plantas, se fueron abriendo y sus moradores se pusieron a escuchar atentamente el cante de Ben Ali. Lo bordó. Al día siguiente, no se hablaba de otra cosa en Béjar. Era la comidilla del pueblo. Y le llovían las invitaciones para que actuara en fiestas de todo tipo. Ni que decir tiene que logró cautivar a mujeres de todas las edades, clase y condición. Armó BA, como se suele decir en el mundo taurino, un auténtico lío.
Ben Ali, tez morena, cabellera negra, reluciente y enroscada. Delgado, buena planta. Presumido y pretencioso. Parlanchín. Simpático. Cantaba con una voz prodigiosa, a la que sabía sacarle partido. No era extraño, pues, que Porrina de Badajoz se viera reflejado, para bien, en el cante del jugador marroquí. Quien no dejaba de ser, eso sí, un futbolista de medio pelo.
Muchas han sido las veces que me he interesado por él. Y me han dicho que está emparentado con la Familia Real de Marruecos. Pero es algo que no sé. Lo que sí sé es que siempre se distinguió como buen compañero.
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