Leyendo en Ceuta Actualidad una nueva información sobre el manido "caso de Loma Colmenar", que trata de las presuntas irregularidades que se han producido en el proceso de adjudicación de las 317 viviendas de VPO, he recordado un episodio de mi vida en el cual hube de apostar fuerte para poder lograr lo que me pertenecía.
Ocurrió que un presidente de un club de fútbol andaluz, con gran reputación profesional, amén de ser alcalde de la ciudad, se negaba a pagarme un dinero extra acordado por salvar al equipo del descenso. Y el hecho se supo muy pronto entre los ciudadanos. Dado que yo me había ganado el aprecio de muchos aficionados y sobre todo el del dueño del restaurante del cual yo era cliente, éste no tuvo el menor inconveniente en ponerme al tanto de algo que me sirvió para cobrar inmediatamente.
A partir de ese momento, comprendí que no había más que una ley para tratar con animales políticos: sólo existes si tienes algún poder; si careces de todo poder ya te puedes dar por... lo que todos sabemos. Felizmente, pude hacer valer mi existencia lo suficiente, gracias a lo que me contó el dueño del restaurante, y conseguí cobrar el dinero que me había ganado en buena lid. Incluso pude presenciar cómo el político de marras me rogaba tan encarecida como lastimeramente que no divulgara lo que yo sabía de él.
Válgame tan largo introito para hablar de Antonio López una vez más. Éste cuenta con todo el poder que le otorga el conocimiento que atesora de cómo se han venido haciendo las cosas en Emvicesa desde tiempo ha. El conocimiento es poder, poder omnímodo a veces; eso sí, siempre y cuando se sepa hacer uso de él. Y no creo que López -de quien vuelvo a decir que tampoco es un bendito de Dios, porque de serlo no habría durado ni un día como viceconsejero de la cosa- se deje avasallar sin antes llevarse por delante a unos pocos. Y es que todos sabemos que en ocasiones basta una frase corta para derribar un poder.
Poder que ha estado jugando con fuego mucho antes de que la lista de marras saliera a la luz pública. Es más, me voy a permitir decir lo siguiente: el mismo día en el cual se publicó la famosa lista, me topé yo con una señora del Partido Popular -de las de toda la vida y que tiene hilo directo con nuestro alcalde- y tuve a bien informarla de que sus compañeros estaban haciendo unas declaraciones acerca del hecho que eran como tirarse piedras contra su propio tejado. Y ella se expresó así:
-¿Por qué no llamas tú a Juan Vivas y se lo dices?
Y a mí se me ocurrió responder así: Napoleón Bonaparte nunca admitió más indicaciones que las de Josefina.
Lo que no me atrevo a decir es si ella, la señora del PP, de las de toda la vida y con hilo directo con nuestro alcalde, entendió el mensaje.
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