Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Mirando hacia atrás

En la temporada 82-83, siendo yo entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta, recibí una llamada de Manolo Delgado Meco -preparador físico del Athletic de Bilbao, de la selección española y hombre fuerte en las instalaciones de Lezama-, ya que nuestra amistad databa de los 'felices sesenta'. Me pidió Manolo que hiciera todo lo posible por darle a Endika la oportunidad de jugar en la ADC. Ya que al estar cumpliendo sus deberes militares en esta ciudad no quería que se quedara una temporada inactivo.

Al preguntarle por el carácter de Endika, Manolo Delgado me dijo que era un chaval disciplinado e introvertido;  es decir, que había que sacarle las palabras con sacacorchos. "Aunque espero que tú, por tu forma de ser, le hagas más sociable". Así que llamé a un jefe militar que siempre andaba dispuesto a ayudar al equipo, y el jugador del Athletic tardó nada y menos en formar parte de la plantilla.

Endika, más que serio y retraído, que también lo era, despreciaba cuanto le rodeaba. No en vano estaba cumpliendo con algo que detestaba: el servicio militar, y en sitio muy alejado de lo que él consideraba el paraíso del mundo: El País Vasco. Mostraba poco interés en los entrenamientos. Se esforzaba lo mínimo. Intenté que el mero hecho de ser soldado no influyera negativamente en él. Pero el tiempo transcurría y los aficionados no cesaban de gritarle por su bajo rendimiento. Críticas que intenté combatir con paños calientes en mis declaraciones. Con el fin de que no se hundiera. Y, claro, me vi obligado a aguantar estoicamente las justas protestas de los espectadores.

Un día, en una de las muchas conversaciones que yo mantenía con el futbolista vasco, me habló, quizá por la confianza y el aprecio que yo le mostraba, con una claridad que nunca antes lo había hecho: "Yo no sé cómo usted es capaz de aguantar a esta gente...". Mi respuesta no se hizo esperar: "Estas son mis gentes. No olvide usted que yo he nacido en tierras gaditanas".

Así que comenzó a eludirme desde entonces. Ya no me tenía la fe que le había dicho a Delgado Meco que me profesabaLuego me llegaron unos informes militares que me desagradaron en extremo. Y aprovechando que un domingo llegó tarde a la cita de un partido en el Alfonso Murube, alegando haberse quedado dormido, prescindí de él. Aunque jamás le negué que siguiera entrenándose con nosotros.

El final del caso Endika me lo reservo. Eso sí, no tengo el menor inconveniente en airear que jamás me alegré del gol que Guarrotxena Arzubiaga, Endika, le marcó al Barcelona en la Copa del Rey de 1984. Y es que el muchacho vasco, en aquella época, tenía... mucho que lidiar.

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