Hablando sin tapujos

No sé dónde leí, hace ya un montón de años, que el desaliento tiene sus raíces en el cansancio. Más que confundidos, a menudo sólo estamos fatigados. Distinguir esta causa efecto es, sin duda, muy importante para volver a recuperar el ánimo. Fatigado estaba yo cuando un día decidí que tenía que dejar de escribir en El Pueblo de Ceuta. Tras diez años escribiendo más que Alonso Fernández de Madrigal, El Tostado. Que ya es escribir.

Así me expreso ante Alfonso Conejo y su mujer, con los que hace ya muchos años mantengo una amistad que me permite contarles lo que creo oportuno. Oportuno, en esta ocasión, era conocer de mi boca si volveré a opinar en la última página del periódico reseñado. La pregunta se ha debido a que se me ha visto charlando con Ángel Muñoz en varias ocasiones (aprovecho la ocasión para decir que nos llevamos la mar de bien). Y mi respuesta es que actualmente me encuentro muy a gusto con lo que vengo haciendo.

Lo que vengo haciendo es escribir en un blog donde doy mi parecer de cuanto me apetece. Sin tener que estar sometido a editoriales ni a  problemas que a veces no son de mi incumbencia. Aires de Ceuta, que así se llama este espacio, ha logrado llamar la atención de muchísimos lectores. Que son los que han conseguido en pocos meses devolverme ese ánimo que la fatiga había fagocitado.

No cabe la menor duda de que sería poco agradecido si no mencionara en este momento a Alberto Gallardo. Quien  no dudó en mostrarme su confianza cuando los hubo que miraron hacia otro lado, temiendo tal vez las represalias de ciertos políticos que no me pueden ver ni en pintura. Craso error. Por razones que no les voy a explicar. Y sobre todo porque el que quiera aprender que vaya al lugar adecuado.

Tampoco ha pasado inadvertido el que yo haya defendido a El Pueblo de Ceuta de los ataques tan violentos como injustos, perpetrados por Juan Luis Aróstegui contra un medio que, durante muchos años, basó su editorial en la defensa firme del hacer del Partido Popular. Quizá esa tendencia fuera banderillas de castigo de las que aún se duele el dirigente de Caballas. Mi defensa, modesta a todas luces, se ha producido cuando mis relaciones profesionales con el periódico de marras son inexistentes. Por si acaso existen dudas.

Aclarada la situación, sólo me queda decir que, tras mi conversación con Alfonso Conejo y su mujer, he tenido la oportunidad de pegar la hebra -unos minutos- con Emilio Carreira y luego con Juan Ramón Martín, entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta. Emilio sabe estar como nadie cuando se lo propone o le da la real gana. Y Juan Ramón, que me lo ha presentado Mohamed Chaib, me ha causado la mejor impresión.