Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 20 de septiembre de 2015

El poder enloquece

Quienes decían de él que se trataba de un buen tipo: amable, educado, efusivo con todos, inteligente, buen gestor... Y acordaron que era la persona idónea para ser alcalde de esta ciudad hasta que se viera achacoso, llevan ya mucho tiempo poniéndolo como chupa de dómine. Y preparándole disimuladamente una traición.

Son los mismos que, cuando yo les reprochaba que se hubieran convertido en unos lameculos, por estar disfrutando de cargos y canonjías, me contestaban que yo la tenía tomada con Juan Vivas. Y además me consta que acudían prestos a informarle de mi parecer. Es decir, a indisponerlo contra mí. Con el fin de que nuestro alcalde me viera como enemigo acérrimo. Y pruebas evidentes ha dado -y sigue dando él- de aceptar los chismes cual axiomas.

 A Juan Vivas la mirada se le ha puesto cargada de ironía, lo cual a estas alturas de su vida política, en la que se ha eternizado, le sería rentable si no hiciera uso de esa mala leche que ha ido adquiriendo. Mala leche que es achacable a la tropa que ha ido llevando a su alrededor. La que él, sin duda alguna, se ha encargado de ir eligiendo y despidiendo acorde con sus filias y fobias.

Durante muchos años, por tocarme escribir opinión en diferentes periódicos, he sido dedo índice que señale y ojo clínico de las actuaciones de Vivas como alcalde. Aunque debo decir que siempre he sido más amigo del diagnóstico que del quirófano. Aun así, todos esos años he sido consciente de que escribir de un político poderoso -y Vivas lo es- es exponerse a padecer persecuciones que uno ha de soportar con el temple necesario. El temple es lo que proporciona seguridad.

De seguridad carece nuestro alcalde en estos momentos. Y la inseguridad, desgraciadamente, hace posible que se haga presente la hostilidad permanente. Y vivir mediatizado por esa actitud es dejar de vivir y sobre todo ayuda a perder el oremus cual gobernante. Máxime cuando en estos momentos se le van acumulando a nuestro alcalde problemas que han ido generando los muchos años que lleva ejerciendo un poder omnímodo en esta ciudad. Nadie es perfecto.

Pues bien: cuando todos esos halagadores de otrora -quienes tan estupendamente bien vivían a la vera de un Vivas a quien consideraban un mirlo blanco de la política-, van diciendo impropios de nuestro alcalde y buscan con ahínco la posibilidad de "juntarle chinitas con los pies" -tradúzcase  por traición-, uno sigue pensando que nadie es tan bueno ni tan malo. Y podría extenderme al respecto. Pero sólo diré que el poder enloquece. Por consiguiente, bien haría nuestro alcalde en recuperar la razón y el  temple. Si no quiere recibir más cornadas, a partir de ahora, que Jiménez Fortes, torero malagueño.






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