Que a Yolanda Bel le gusta muchísimo la copla española es algo que sé porque ella me lo contó hace ya mucho tiempo cuando accedió a dejarse entrevistar por mí. Y hasta quedé enterado de lo bien que canta ella estando arropada por los suyos. Y dado que Bel es mujer que tiene garabato, mucho garabato, se me ocurrió decirle lo bien que caería en la ciudad una actuación suya con fines benéficos. Y me dijo que le faltaba valor para eso.
Yolanda Bel se declaró admiradora de las artistas clásicas del género: Concha Piquer, Juanita Reina, Marifé de Triana, Rocío Jurado... Pero no dejó de insistir en que era Isabel Pantoja la que partía el bacalao de sus preferencias. "La Pantoja me gusta mucho... como artista. Y fuera de la copla, Rocío Durcal me hace beber los vientos por su arte".
Pues bien, llevo varios días cavilando qué ha sido de aquella Bel que derrochaba amabilidad y lucía atractivo sin par y dejaba entrever que su sonrisa no tenía fecha de caducidad. Lo digo porque hace nada la vi paseando por la playa de El Chorrillo y tuve la impresión de que no está en su mejor momento. Su lenguaje corporal la delataba. Por más que aún siga siendo esa mujer a la que hay que mirar cuando uno se cruce con ella. Y no creo que su malestar sea debido al mal trance por el cual está pasando su idolatrada Isabel Pantoja.
Yolanda Bel tiene todas las trazas de estar peleada con el mundo mundial. Camina ensimismada. Y cuando levanta la mirada es para evidenciar un desabrimiento que sólo le causa perjuicios. Pues si hay algo que descomponga más las facciones es hacer de la hosquedad y hurañía costumbre. Hasta el punto de que puede darse el caso de que su cara se convierta en un cliché de desdeñanza. Lo cual me parece que no le conviene bajo ningún concepto.
Uno entiende, claro que sí, que no es lo mismo estar en la cresta de la ola del poder y, de la noche a la mañana, verse con mando pero desde la orilla del entramado. Desde esa orilla del ordeno y mando, que no es poco, Yolanda Bel debe hacerse a la idea de que puede volver a navegar en su partido con vientos alisios. Un partido en el cual su admirado Pigmalión, Juan Vivas, está yendo, por ser ley de vida, a menos como gobernante.
Por consiguiente, y siendo Yolanda Bel la mejor situada para convertirse, cuando toque, en candidata a la alcaldía, tengo por error, craso error, que la secretaria general del Partido Popular -en Ceuta- esté transitando la calle como si fuera una señora despechada y mirando a todo el mundo por encima del hombro. No es que le pidamos que sea más cumplida que un luto, no; pero sí que sé dé cuenta de que la cortesía da más lustre al que la prodiga que al que la recibe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.