Camacho destacó como jugador en el Madrid y en la selección porque supo encubrir sus deficiencias técnicas, mediante un derroche enorme de voluntad y espíritu de sacrificio. Con ese bagaje, que no es poco, se hizo entrenador. Cuando fue destituido, más bien pronto, salió diciendo que un entrenador será siempre mejor a medida que vaya siendo despedido. Ni que decir tiene que me quedé de piedra cuando se expresó así, tras ser destituido en el Sevilla. En tiempos de Maricastaña.
Camacho es de los entrenadores que se llevan a partir un piñón con los periodistas. Y debido a ello, en cuanto no tiene equipo, aparece en radios y televisiones dando clases magistrales de cuanto sucede en partidos de cualquier competición. Con un problema añadido: como su facilidad de expresión es deficiente, en ocasiones dice las cosas de manera que causa jocosidad. De lo cual creo que es consciente. Pero a él le importa un bledo que sus ocurrencias sean tomadas a chufla mientras le sirvan de propaganda para volver a entrenar.
Como Camacho hay otros entrenadores que, cuando apenas han transcurrido 48 horas de su destitución, ya están largando en los medios. Uno de ellos es Víctor Fernández. De quien se puede decir que es cabeza de serie en despidos y un lince para ganarse el fervor de los periodistas deportivos. Los mismos que han logrado que el Madrid lo contrate como director de su fútbol base.
Víctor Fernández, licenciado en Geografía e Historia, y cuyo historial deportivo dice que empezó a entrenar cuando tenía 16 años, ha metido la cabeza en el Madrid convencido de que se le puede presentar la mejor oportunidad de su vida futbolística: la de sustituir a Rafael Benítez si éste no consigue los logros exigidos a corto plazo. Y además sabe que va a contar con el beneplácito de los periodistas que viven en permanente enfrentamiento con Florentino Pérez.
La forma de actuar de José Antonio Camacho, como también la de Víctor Fernández y Joaquín Caparrós, por poner ejemplos de técnicos muy conocidos, me parece lamentable. Y me explico: los entrenadores, mientras estén en activo, no deberían ejercer de glosadores en los medios de comunicación. Y, naturalmente, harían bien en no dar lecciones de nada cuando apenas llevan un mes disfrutando de vacaciones por haber salido de un club por la puerta de atrás. En otros tiempos, no tan lejanos, los entrenadores, muchos de ellos sin apenas recursos económicos, solían evitar esos compromisos. Es más, solían dolerse de lo lindo cuando eran destituidos. Como debe ser.
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