Mi conocimiento de Juan Vivas se debe a la observación que hice de su conducta durante el tiempo que tuve la oportunidad de frecuentarlo como directivo de la Agrupación Deportiva Ceuta o como funcionario de Procesa y asesor principal del entonces alcalde Fructuoso Miaja. Más que asesor JV era consejero todopoderoso de un hombre que llegó al cargo cansado ya del duro bregar en una España bronca y peligrosa.
Los alcaldes duraban en Ceuta menos que los entrenadores en el Madrid. Aun así, Fructuoso Miaja fue consciente de que ser alcalde de su ciudad era lo mejor que el destino le tenía reservado. Y asimismo asumió que su preparación no estaba acorde con las necesidades que el cargo exigía. Sus ocho escaños, además, le obligaron a pactar con partidos a cuyo frente estaban personas sedientas de poder y de dinero.
Ante situación tan complicada, FM no lo dudó: se entregó en cuerpo y alma a Juan Vivas. A quien le concedió plenos poderes para que hiciera cuanto estuviera en sus manos a fin de salir airoso de un trance de cuatro años que tenía todas las trazas de acabar como el rosario de la aurora. Y Juan Vivas, la verdad sea dicha, sobrevivió a semejante emboscada haciendo y deshaciendo a su antojo con sus amigos...
De aquellos polvos, en cambio, vienen estos lodos que están haciendo posible que nuestro alcalde, a quien nunca le negaría yo sus muchas cualidades de urdidor, vaya de mal en peor. Y de seguir así mucho me temo que su historial, como primera autoridad de una ciudad tan sumamente importante en todos los sentidos, quede maltrecho.
Su entendimiento con Rafael Montero y Juan Luis Aróstegui -en aquellos años en los que había que mantener a Fructuoso Miaja y al Partido Socialista de Ceuta en el poder a todo trance- es el precio que nuestro alcalde está pagando desde que es alcalde. Y a mí, la verdad sea dicha, me da grima, verdadera grima, verlo reo de unos acuerdos que no sólo perduran sino que han ido a más con el transcurrir del tiempo.
No es momento, ni tampoco tengo yo muchas ganas de ahondar en asuntos ocurridos en un pasado que me sé de memoria, de sacar a relucir los intereses entre partes que han hecho posible que tales relaciones sigan prevaleciendo por encima de todo. Relaciones que están perjudicando cada vez más a nuestro alcalde y, sobre todo, a la ciudad. Es una pena, créanme, que un alcalde que contaba con todos los requisitos para pasar a la posteridad como un gran político, acabe por ser tenido como un politicastro. Triste sino.
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