Corría el verano de 1961 cuando yo fui destinado al Ministerio de Marina como infante. Pronto los más veteranos de mis compañeros me hablaron de El Mesón del Segoviano. El cual estaba situado en la Cava Baja (Madrid de los Austrias). Y se deshacían en elogios hacia doña Petra: propietaria del establecimiento que les dejaba, en ocasiones, beber al fiado.
A doña Petra la conocí yo sentada detrás de la caja y dispuesta a alegrarle la vida a cuantos por las tardes nos poníamos hasta la coronilla de tinto manchego. Tinto cagaleta, perdonen la expresión, que surtía sus efectos y que nos predisponía a cantar el himno de Asturias Patria Querida, una y otra vez, hasta quedarnos tan exhaustos como afónicos.
La planta alta del mesón estaba casi siempre abarrotada de infantes y marinos. En el mesón trabaja duramente Lucio Blázquez y creo que estaba también Esteban. (dueño actualmente de otro restaurante en la calle Segovia). Ambos eran camareros que habían crecido en la casa y que tenían don de gentes. Tan agradables como simpáticos, los dos sabían de qué manera tratar al personal. Yo acababa de cumplir veintiún años y Lucio andaba ya entre los veintisiete o veintiocho.
Nueve años después, en una de mis visitas a Madrid, Pepe Jiménez Bigote -gran amigo mío y que trabajaba para Lucio- nos presentó. Y no hizo falta decir de qué nos conocíamos. Algo que se produjo en el abrazo que Lucio y yo nos dimos. El restaurante, otrora viejo mesón, seguía conservando, sin embargo, ese halo de aventuras del siglo XIX y principios del XX de aquella Cava Baja madrileña.
Lucio llegó incluso a disfrutar de algunos días de los veranos portuenses. Gran seguidor del Atlético de Madrid e íntimo amigo de todas sus figuras y, sobre todo, de don Vicente Calderón, tenía -y sigue teniendo- una enorme facilidad para cautivar a la gente. Espléndido con sus amigos, LB no pocas veces contribuyó a sacarlos de atolladeros económicos. Lo cual me consta.
El miércoles por la noche, Mariano Rajoy eligió Casa Lucio, sabiendo lo mucho que le gusta al rey Juan Carlos cenar en ese restaurante, invitando también a Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, para rendirle un homenaje al monarca por haberse cumplido el año de su abdicación. Reunión con mensaje político que vale un potosí en estos momentos. El restaurante de Lucio Blázquez, que ya era historia, ha conseguido aumentarla. Y Lucio, aunque no haya ganado ningún campeonato de nada -no sé si alguno compitiendo al mus-, se ha ganado el derecho a que se le conceda un marquesado por sus huevos...
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