Es domingo, y a la hora de mediodía se produce la noticia más importante hasta el momento: Iker Casillas, al fin, anuncia que se marcha al Oporto. El acto transcurre en la sala de prensa del club, ante muchos periodistas, y con el portero haciendo pucheros. Lo cual es normal en las despedidas. Lo anormal es que un capitán del equipo mejor considerado del mundo no sea capaz de construir dos frases seguidas. Parece mentira que alguien con tantos galones en el Madrid -y en la selección española- no sepa leer siquiera lo que hay escrito en unas cuartillas.
Espectáculo deprimente. ¿Cómo es posible que quien lleva desde niño en el Madrid se exprese de manera tan lamentable? Parece mentira que entre sus más fieles admiradores y consejeros no haya habido alguno capaz de hacerle ver la necesidad que tenía de aprender a hablar nuestra lengua con cierta fluidez. Su lengua. Tampoco el club debe salir ileso de semejante dejadez. ¡Qué desidia! ¡Qué incuria! ¡Qué pereza!
La misma que le ha impedido a Casillas trabajar duramente, durante años, para mejorar sus defectos. Carencias que han ido minando sus actuaciones hasta acabar siendo un guardameta ramplón, vulgar, encogido... Mantenido en su puesto por un grupo de periodistas con intereses particulares, que han engañado a innumerables aficionados contándoles milongas sobre un mito creado por necesidades de esa guerra Madrid-Barcelona y selección española.
De entre todos esos halagadores de 'San Iker' ha venido destacando sobremanera, Alfredo Relaño: director del diario As. Cuyo ser juicioso, ganado en buena lid, ha ido naufragando en los últimos años por mor de esa desenfrenada defensa que ha estado haciendo, y lo que te rondaré, morena, del muchacho nacido en Mostoles. La pasión de AR por Casillas está pidiendo a gritos que le sea tratada por un profesional del diván. Ya que lo está haciendo desvariar.
Verbigracia: bajo el título de Sacando el pañuelo por Iker Casillas, Relaño escribe lo siguiente: "Portero único, por su instinto especial para las situaciones extremas. No terminó nunca de sacar bien, mejoró poco en los centros cruzados por arriba, su juego con el pie no fue bueno, pero resultó extraordinario en lo principal: evitar goles".
Eso sí, tras describirnos a un mal portero -con amigos así... ¿verdad, Iker?-, luego se revuelve contra el de siempre, contra José Mourinho: diciéndole que "sus influjos fétidos aún flotan por el estadio". Lo dicho: Alfredo Relaño está a punto de caramelo para que sea sicoanalizado. Y es que las motivaciones impuras deben tratarse. Antes de que se conviertan en obsesiones.
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