El delegado del Gobierno es un personaje institucional. Es el representante del Gobierno de la nación y en términos jerárquicos está solamente a un peldaño por debajo de los presidentes de las comunidades autónomas. Quiere decir que no sólo están para cumplir y hacer cumplir las leyes sino que deben ser ejemplos de probidad y espejo de virtudes en los que puedan mirarse los ciudadanos.
La cualidad de probo se aplica a la persona que cumple con sus deberes profesionales, que no comete en ellos fraudes ni inmoralidades. Un probo funcionario, según el diccionario, es persona honrada, íntegra, moral, recta... Pero a un delegado del Gobierno hay que exigirle, además, por ocupar un puesto de tanta responsabilidad -y Ceuta, por su situación geográfica es ciudad compleja, que exige mucho a sus delegados-, que tenga brío y capacidad de mando. Ya que pensar es fácil, pero actuar, difícil.
Los delegados del Gobierno han de estar, también, revestidos de temple; el temple, como dicen los buenos toreros, es la calma. Para adoptar ante los problemas la fortaleza adecuada y la serenidad que requieran las dificultades que vayan surgiendo. La educación y la energía tampoco están reñidas. Y, si encima, el representante del Gobierno de la nación está en posesión de una elegancia interior que le permita actuar siempre con conciencia del cargo que ocupa, miel sobre hojuelas.
Sí, ya sé que ustedes se estarán diciendo que el delegado del Gobierno al cual yo aspiro no es posible. Que ese mirlo blanco no existe. Máxime en una ciudad donde los delegados del Gobierno nunca tuvieron buena prensa. Ya que siempre fueron motejados de virreyes por quienes se proclamaban progresistas y por quienes, debido a intereses particulares y crematísticos, se negaban a que el representante del Gobierno de la nación desterrara todo hábito ilegal.
Fernando Marín López, subdelegado del Gobierno, entrevistado por Paco Amores en marzo de 1983, dijo, entre muchas otras cosas, lo siguiente: "Mire usted, Amores, a mi despacho llegan los interesados en que nada se innove y que se haga sólo su santa voluntad, procurando convencerme con sutilezas y por medio de la influencia de ciertas amistades. Y si no consiguen su propósito se emplean con acciones directas y tratando de imponer sus leyes. Aquí se actúa con la palmada en la espalda, el tuteo indiscriminado y exigiendo que los despachos estén abiertos todas las horas y para todas las personas que se creen relevantes".
Mañana -viernes-, durante el Consejo de Ministros, me han dicho que será nombrado el nuevo delegado del Gobierno. Entre los nombres que suenan están los de Yolanda Bel, Nicolás Fernández Cucurull y algún otro de la localidad. Cuando me ha tocado predecir el candidato, me he expresado de tal guisa: creo que el Partido Popular tendrá muchos compromisos con militantes deseosos de ocupar algún cargo. Y puede ser que uno de esos forasteros arribe a esta ciudad. Aunque yo sigo apostando por Francisco Márquez De la Rubia. Pues lo considero más que idóneo para ser delegado del Gobierno de su tierra.
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