Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 14 de mayo de 2015

Resaca por la eliminación del Madrid

Principiando los sesenta, que ganaron fama de ser años felices, yo vivía en Madrid. Mi domicilio era el piso de un edificio, marcado con el número 94, situado en el Paseo de las Delicias. Tras andar un trecho del paseo, hacia Atocha, estaba el Hotel Carlton, y muy cerca de éste había un bar, llamado Domitila, donde abundaban las tertulias de toreros, futbolistas, entrenadores, actores y tipos dispuestos a farandulear.

Las tertulias en Domitila estaban siempre animadas. Aunque cuando los jugadores del Real Madrid eran concentrados en el Carlton, resultaba imposible hablar dos palabras seguidas en el local, debido a que éste era tomado materialmente por los hinchas que se agolpaban entre el bar y el hotel, con el fin de ver a sus ídolos.

En Domitila aprendí yo escuchando atentamente a entrenadores como Eguiluz, Herminio Mielgo -que amén de entrenador era también funcionario del Sindicato Vertical-, Cobo, Luis Elices, Desiderio Herrero -que estuvo en Ceuta-, Trompi, Valderrama, etcétera. Un día, alternando con ellos, a esa hora vaga de mediodía de una primavera madrileña, alguien echó mano del tópico: "Madrid no deja de ser un pueblo grande", dijo. Y a mí atiborrado de indiscreta juventud, no sé por qué se me ocurrió decir que en Madrid había más tontos que en ningún otro lugar de España.

Ni que decir tiene que todos los contertulios posaron su mirada turbia sobre mí. Como si hubiera cometido yo delito de lesa majestad. Y durante unos segundos se hizo un silencio sepulcral. El que aproveché yo para rematar la faena: "Vamos a ver, señores, cuanto más grande es un pueblo, y Madrid es el más grande, más habitantes tiene y cuanto más habitantes, sin duda, más tontos habrá en él. Yo no sé si los convencí con mi argumento, pero a partir de esa tensión momentánea, lo que sí hicieron los tertulios es darle una larga cambiada a la conversación".

Viene al caso tan largo introito, y por él pido la disculpa correspondiente, para decirles que aquel pueblo grande que era Madrid, en los 'felices sesenta', ha crecido y crecido y crecido hasta convertirse no en un pueblo más grande, sino en muchos pueblos grandes; con lo cual el número de tontos habrá ido aumentando a la par de tan monumental crecimiento en todos los sentidos. Y hasta puede que ahora los tontos lo sean con balcones a la calle. Pues en aquel tiempo aún no había descubierto el maestro Burgos a los bobos con pedigri.

Tontos con balcones a la calle son todos aquellos que, siguiendo las instrucciones de 'Los Manolos', Alfredo Relaño y hasta  Roncero, disfrazado de wikingo, exhibieron una pancarta en el Bernabéu para defender a Casillas de no sé qué... En vez de exigirle actuaciones acordes con el equipo en que juega. Los tontos nunca han sido ni buenos ni justos. Por mucho historial que tengan. Carlo Ancelotti está visto para sentencia.



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