Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 19 de mayo de 2015

Hotel Parador La Muralla

Guillermo Valero, el mejor vendedor de vinos que haya tenido nunca las Bodegas Terry, siempre decía que para los tiradores de escopeta al pichón y al plato venir a Ceuta era un motivo de alegría. Que la estancia en esta ciudad, durante varios días de verano, y su alojamiento en el Hotel La Muralla, les suponía el mejor regalo del año a quienes gustaban de competir en puntería.

Guillermo Valero, el cual era tan popular como querido en El Puerto de Santa María, no cesaba de hacerle el artículo a Ceuta. Tampoco se cansaba de recomendar a sus amigos las fiestas agosteñas. GV, a quien nunca se le reconoció su enorme devoción por esta tierra, me dijo un día: "Me he enterado de que serás entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta, no sabes la suerte que tienes".

Mi suerte fue acudir al Hotel La Muralla y relacionarme con las fuerzas vivas de la ciudad. Que era a principio de los ochenta la mejor manera de adentrarse en la vida de una tierra que aún vivía la plenitud del negocio de los bazares. El Hotel La Muralla, conviene decirlo cuanto antes, contaba con una clientela de fuste que, vaya usted a saber por qué, ahuyentaba a gran parte de la clase media.

En aquel tiempo, salvo en días de celebraciones de bodas, bautizos y otros festejos, dadas las magníficas instalaciones del Muralla, éste era frecuentado únicamente por los ciudadanos más pudientes, quienes llegaron a creerse que el establecimiento se había hecho sólo y exclusivamente para disfrute de ellos. Craso error. El cual, con el paso del tiempo, no hizo sino ir alejando a mucha gente del lugar, por considerarlo muy elitista.

Semejante creencia, no cabe la menor duda de que fue haciendo posible que algunos empleados se creyeran que no hacía falta luchar denodadamente por mantener el negocio. Que el mero hecho de pertenecer a la plantilla de paradores les era suficiente para sestear. Y el funcionamiento del hotel fue decreciendo en todos los sentidos.

Así se ha llegado al año 2015. Año en el cual otro director, y ya son varios los defenestrados, se tiene que marchar tras haber intentado por todos los medios poner remedio a los males que aquejan a un hotel que no funciona en la medida que desean quienes mandan. Me consta que Alberto San Sebastián ha trabajado duramente, durante dos años. Lo cual no ha evitado que le hayan notificado su baja. ¿Por qué?



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