El viernes pasado, dije que no escribiría más de la campaña electoral, que no creía conveniente dar la tabarra al respecto, porque estaba convencido de que el ganador sería, otra vez, quien lleva la friolera de 14 años gobernando la ciudad. De los cuales 12 fue elegido en las urnas. Así que ha ganado tres elecciones. Y argumentaba mi parecer diciendo que Juan Vivas era el mejor candidato. Y he cumplido lo que dije. Como estamos a punto de entrar en tiempo de reflexión, yo se lo voy a dedicar a espigar; que, según la segunda acepción del diccionario, es buscar y recoger de distintos libros o escritos, datos, noticias, citas, etcétera. He aquí lo hallado.
Edades. Con la edad en la boca uno sólo piensa en vivir. A los cuarenta y tantos llegan las reflexiones y uno se percata de que está viviendo la edad del burro, como bien dice Enrique Baltanés. Es decir, que hay que cargar con un montón de responsabilidades familiares y profesionales. Todo recae sobre tus hombros. Luego llegan los cincuenta y tantos y vuelve el entusiasmo. El deseo de vivir cada día. El presente rabioso. Aparece el miedo a la muerte. Yo tengo una edad insolente, tengo setenta y cinco años. Lo cual no deja de ser un escándalo. A esta edad, al menos en mi caso, todo se ve diferente.
Ego. Al valorarse uno mismo, que es necesario, hay que evitar hacerlo en exceso tanto como criticarse de manera severa. Hay que lograr una identidad. Sin duda alguna. El ego es realmente necesario para defenderse, por ejemplo, de los ataques del vecino del quinto, durante la primera parte de la vida. Luego, en la segunda, como es mi caso, el ego no vale para nada. Más bien perjudica ostensiblemente.
El cotilleo es saludable. Hace ya no pocos años que Robin Dunbar -sí, con n-, profesor de antropología biológica del University College de Londres, aseguró que el cotilleo es una actividad universal a la que se entregan hasta las personas más serias y que se ejercita hasta en los lugares más circunspectos. Incluso refirió que la sabihonda ciencia empieza a sospechar que el cotilleo es uno de los pilares de la salud social, esa tercera variable en discordia de la ecuación de la salud, junto con el bienestar físico y mental. Sí, parece que hablar mal o bien de terceras personas es un pasatiempo de lo más razonable y saludable. Ah, ni se necesita receta ni vale un ochavo.
Halago. Los halagos suelen confundir a quienes los reciben, si los tales no saben apreciarlos en su justa medida. De cualquier manera, hay que reconocer que una alabanza exacta es alimento, que uno no debería avergonzarse de comer, ¡cómo tampoco se siente vergüenza por alimentar el cuerpo! Mucha gente se ha alimentado de mis alabanzas y de mi comprensión.
Ladrón. No encuentro mejor definición, y por lo tanto, me van a permitir que me apropie de la que se le adjudica a Theodore Roosevelt: "Un hombre que no haya ido nunca a la escuela es posible que robe un vagón de mercancías; pero si tiene una educación universitaria puede que robe el tren entero.
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