Jaime Campmany, periodista, novelista y poeta, fue orfebre de los dichos y de las frases hechas. Leyéndole, durante muchos años, redescubrí una nueva lectura de los clásicos, cuyos conocimientos sobre el empleo de las coletillas, y trasposiciones de situaciones históricas o literarias, tan sabiamente están parodiadas en sus escritos.Y buscando, buscando, he encontrado hoy ¡Viva Cartagena!: una expresión de la que JC echaba mano, muy a menudo, como ponderación al éxito de los mediocres.
"Parece ser que en la hermosa ciudad mediterránea, una vez un mal tenor dejó escapar un agudo gallo. Y antes de que el público tuviera tiempo de exteriorizar su protesta, el infortunado divo se adelantó hacia las candilejas y soltó un patriótico y eficaz ¡Viva Cartagena!, que el público premió con una cordial y calurosa ovación, salvándose así del pateo que le amenazaba".
Desde entonces el ¡Viva Cartagena! ha quedado como patrimonio de los mediocres, algo así como su escudo de armas o como su muro de protección. Cuántas veces hemos visto como el orador que observa cómo flaquea la atención de los oyentes, usa enseguida el latiguillo local o patriotero, que es otra manera de gritar ¡Viva Cartagena!...
El latiguillo de todos los periodistas afines a la causa de un ídolo de barro, que se ha quedado en botijo, es decirnos machaconamente que no entienden por qué se le pita a Casillas en el Bernabéu, "con lo que nos ha dado...". La mejor versión del ¡Viva Cartagena! no se le cae de la boca a Mónica Merchante: reportera futbolera de Canal Plus. MM puso a Rafael Nadal en un brete al querer que éste le dijera lo injusta que es la afición del Madrid por pitarle a Casillas: "Con lo que nos ha dado".
Casillas nos ha dado muchos disgustos a los madridistas. El último ha sido el del Valencia. Pero pronto llegará otra actuación pésima de un muchacho con quien estamos obligados por decreto a tenerle la fe del carbonero. Y, créanme, que no hay tu tía. Que sus males como portero ya no tienen remedio. Porque se ha convertido en un espantajo. Mantenerlo en la portería es como estar bajo la espada de Damocles.
El Valencia supo sacarle rédito al mal momento de Casillas. Mal momento que ha contagiado a sus defensas. Que ni siquiera se atreven a cederle el balón. Mientras él se hace el sueco. O le da por arremeter contra los aficionados. Que son los que pagan. Su mala actuación, los tres balones estrellados en los palos y el penalti fallado por Ronaldo -los penaltis bien lanzados no se paran- le han dado la Liga al Barcelona. En el Madrid se armará la de Dios es Cristo. Más pronto que tarde.
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