Hacía un mundo que yo no veía dos partidos seguidos en la televisión,
aun teniendo los medios precisos para verlos todos. Pero el sábado,
debido a que los tres grandes equipos de la Liga BBVA jugaban uno
detrás de otro, decidí sentarme en cómoda butaca de la sala de estar,
poco antes de las cuatro de la tarde y ya no me levanté hasta las diez
de la noche. Así que aguanté, estoicamente, no dos sino tres partidos de
fútbol de un tirón. Hecho insólito en mí.
Un maratón futbolístico que hizo que me acordara de Julio Maldonado Maldini, comentarista y presentador de Canal Plus,
de quien dicen sus amigos, con admiración, que lleva desde que vestía
pantalones cortos rodeado de parabólicas para ver todos los partidos que
se juegan en el universo tierra. Y no pude evitar compadecerme de él.
Sí, ya sé que el tal Maldini
ama el fútbol apasionadamente y que vive de él. Pero tampoco es menos
cierto que hay que estar tocado de un ala para permanecer horas y horas
como espectador de un juego por más que éste sea tenido por el rey de
todos los juegos existentes. No me extrañaría, pues, que Julio Maldonado Maldini acabe un día como aquel hidalgo de la Mancha
que se dio a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que
se le secó la sesera por mor de un ataque de fiebre altísima.
Real Madrid-Éibar fue el comienzo de mi andadura futbolística en la tarde sabatina. La visita del conjunto guipuzcoano le permitió a Carlo Ancelotti,
por necesidad y conveniencia, alinear a los futbolistas que menos
juegan. El Éibar, desde el principio del encuentro, decidió replegarse
intensivamente. Pero acumular hombres delante de la portería propia no
conduce a nada si éstos en vez de marcar encima a sus rivales lo que
hacen es vigilarlos. Del Madrid me agradó Chicharito. Y me encantó Varane. Por cierto, el francés no está bien visto por el clan periodístico que defiende a ultranza a Casillas, Ramos y Pepe. Por este orden. Keilor Navas supo desde el primer momento que los blancos eran sus compañeros. Y acertó en todos los saques de puerta. Algo es algo...
Tenía ganas de presenciar el Málaga-Atlético de Madrid.
Y mis deseos se vieron correspondidos porque ambos equipos jugaron con
una combatividad digna de encomio. Y, claro, la emoción se hizo presente
desde el principio hasta el final del encuentro. El Málaga, equipo que
había visto menos esta temporada, me causó muy buena impresión. Del
Atlético, aunque mantuvo el tipo, conviene decir cuanto antes que no
estuvo a la altura de otras ocasiones. Se notan las bajas de Godin y de Mario Mandzukic. Se les echa de menos, sobre todo, en los balones por alto y que tantos triunfos le proporcionan a los rojiblanco.
Primorosa la primera media hora del Barcelona en el Sánchez Pizjuán. Debido a que Messi les metió el miedo en el cuerpo a los jugadores del Sevilla y éstos cedieron mucho terreno y estuvieron persiguiendo sombras por el césped. En cuanto Messi decidió
darle prioridad a sus tiques nerviosos y se dedicó a sestear, los
jugadores hispalenses comenzaron a luchar por cada balón con sus
habituales bríos y obtuvieron el premio merecido. Ah, espero que pase
mucho tiempo antes de que me dé a mí otra vez por imitar al
documentalista Maldini; pues no estoy yo ya para trotes semejantes.
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