Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 3 de abril de 2015

Correr y jugar bien son compatibles

Cuando yo dirigía equipos de fútbol, hace ya muchos años, adquirí fama de darles oportunidades a jóvenes procedentes de categorías inferiores, tras haberlos seguidos por campos de la región en la que ejercía mi actividad. Conocido mi atrevimiento, muchos padres o familiares de futbolistas con la edad en la boca, me visitaban para recomendarme al hijo o nieto, sobrino o ahijado. Ni que decir tiene que los atendía muy bien y les prestaba toda la atención de la que eran merecedores. Y, en no pocos casos, era verdad que los chavales gozaban de cualidades para aconsejar su contratación.

Entre aquellas personas que ejercían de valedores de los jóvenes, las había también que se expresaban de la siguiente manera: "Mire usted, De la Torre, hay un chaval que da gusto verlo jugar. Maneja ambas piernas, técnicamente es perfecto, y sabe en todo momento donde están sus compañeros para cederles el balón en las mejores condiciones. Pero...". En cuanto  yo oía ese adversativo tan español, me echaba a temblar. Y con razón: pues detrás venía embalada ya la justificación que tanto me desagradaba oír:

 -Pero no es futbolista de mucho correr. Lo de correr no va con él.  Y no creo que le haga falta alguna -decía mi interlocutor.

A partir de ese momento, a mí me llevaban los demonios. Me descomponía... Hasta el punto de tener que morderme la lengua para no responder con acritud ante tamaña majadería. Lo de jugar bien y correr poco, en relación con los futbolistas, se convirtió en una estúpida frase hecha que hizo furor entre los sesenta, setenta y años ochenta del siglo pasado. Incluso se puso de moda airear que correr y jugar bien era misión imposible. y hasta los había que lo preconizaban de tal guisa: Correr es de cobarde.

Así que surgió, para más INRI, la figura del medio centro organizador y al que únicamente se le exigía pasar bien el balón y actuar con el mínimo esfuerzo. A los organizadores se les atribuían todos los éxitos del equipo y, sin embargo, se les perdonaban todos los petardos que daban cuando eran marcados por adversarios dispuestos a impedirles realizar sus arabescos. Los medios centros de los que hablo, al ser hábiles pero no técnicos -técnica es el perfecto conocimiento del oficio, y habilidad es hacer virguerías con el balón-, en cuanto eran presionados se quedaban sin aire y sin sitio en el terreno de juego.

Nada que ver esos volantes de pitiminí con Makelele, verbigracia. Un portento de jugador capaz de adueñarse del medio campo, haciendo fácil lo difícil, atendiendo siempre los desvaríos de los compañeros y mostrando, al margen de sus grandes condiciones físicas, un conocimiento total y absoluto del oficio. En suma: le sobraba técnica para dar y tomar. Pues bien, los periodistas destacaban de él, incluso en los días de esplendor que tuvo, que fueron muchos, su entrega y su condición física. Craso error, naturalmente, cometido por desconocimiento.

El motivo por el cual he vuelto a opinar al respecto de que el correr, amén de no estar reñido con jugar bien al fútbol, es tarea imprescindible, se debe a que comentaristas y glosadores de televisión no se cansan de celebrar las acciones defensivas de Isco tanto en el Madrid como en la selección, cual si fuera lo nunca visto. Y se atreven a decir, en ocasiones,  que no se explican cómo Emery, siendo entrenador del Valencia, prescindía de Isco a cada paso. Respuesta fácil: porque en el Valencia aún defendía menos que ahora. Que es bien poco.

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