En el mundo del toro hubo, durante mucho tiempo, periodistas que eran
conocidos como sobrecogedores. El sobrecogedor llegaba al
hotel donde se alojaban los toreros, horas antes del festejo, con el fin de
recoger el dinero metido en un sobre con que le obsequiaba el apoderado del
matador para que hiciera luego la crónica adecuada a los intereses del diestro.
Los sobrecogedores no tenían el menor empacho en otorgar trofeos de más
y convertir las broncas en aplausos y vueltas al ruedo. Eran auténticos
manipuladores del espectáculo.
Los sobrecogedores de aquellos años cuarenta, cincuenta, sesenta y hasta los
setenta, contaban con todas las ventajas habidas y por haber para mentir a
discreción. Porque aún no se televisaban tantas corridas ni los medios de
comunicación funcionaban como actualmente. Hasta que algunos profesionales del
toreo dijeron basta ya de chanchullos y no dudaron en cortar de raíz una
imposición corrupta que le hacía mucho daño a la fiesta.
En el fútbol, la verdad sea dicha, también se daban corruptelas similares;
pero nunca llegaron a ser equiparables a las que se producían en el toro. No
obstante, desde hace un tiempo se viene oyendo que existen agentes de
futbolistas que han dado en la manía de alegrarles la vida a ciertos
periodistas para que sus representados disfruten de un trato especial en los
medios más importantes. Ya que están convencidos de que los aficionados,
mayoritariamente, dan más crédito a lo que se les cuenta que a lo que ven.
De no ser así, cómo es posible que narradores y comentaristas de Canal
Plus o de La 1 de Televisión, por ejemplo, estén siempre atentos a
ensañarse con los porteros españoles o extranjeros que cometan el menor fallo
mientras que los de Casillas, que son muchos y constantes, son silenciados o se los achacan a sus
compañeros, a un deficiente balón o bien a un césped que califican de estar en
pésimas condiciones. Sonrojante comportamiento de unos narradores y comentaristas
que debieran ser amonestados por quienes les pagan.
Durante el partido Madrid-Shalke 04, jugado esta noche en el Bernabéu, he
sentido vergüenza ajena oyendo la
narración de Juan Carlos Rivero y los comentarios de Víctor Sánchez
del Amo. Lamentable actuación de ambos. El primero, con la voz atenazada
por los nervios, debido a que su admirado Casillas estaba dando una lección de
cante grande en la portería, se preguntaba, sin el menor pudor, cómo era
posible que los aficionados abroncaran solamente a Casillas y no a los
compañeros. En lo tocante al ex jugador del Madrid, Víctor, ni siquiera se le
ocurrió decir que los balones que van hacia afuera no debe nunca el portero
meterlos en la portería.
Antes, hace ya su tiempo, Casillas
era un cancerbero vulgar, pero muy bien representado... Actualmente, no está ni
para jugar en categorías inferiores. Produce grima verlo en la portería. Es un
suplicio para quienes somos del Madrid, de verdad, tener que soportar a un tipo
incapaz de cumplir su tarea con la mínima seguridad. Su actuación frente al
Shalke 04 ha sido aciaga. Pues bien, ya he leído que Casillas empezó fallando
mucho y que después salvó a su equipo. Y lo primero que he pensado es que los sobrecogedores
han vuelto a las andadas.
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