Cuando aún estoy dándole vueltas a la muerte de Pedro Gordillo, lo primero que se me ocurre es recitar de memoria parte del poema de Jhon Donne,
poeta inglés, titulado Las Campanas doblan por ti. "Ningún hombre es
una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente,
una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda
Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno
de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me
disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca
hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti".
Sería
deseable que mañana, hoy ya para muchos de ustedes, en la conferencia
que dará nuestro alcalde en el salón principal de un hotel de la ciudad,
se guardara un respetuoso silencio por la muerte de quien fue un
destacado dirigente del Partido Popular durante no pocos años. Creo,
sinceramente, que semejante acción vendría a cerrar las heridas que se
produjeron en su día por mor de un hecho desafortunado y que jamás debió
alcanzar un protagonismo tan sumamente negativo para personas a las que
se les aligeró, nunca adrede, la muerte.
No olvidemos que el
pecado cometido por Gordillo en su momento es consustancial al hombre.
Por lo que no es extraño que se haya dicho hasta la saciedad que los
hombres suelen perderse por la bragueta. Bendita sea, pues, tal
perdición. Cabe recordar, cómo no, lo que decía el Arcipreste de Hita: "El hombre ha nacido para yantar y holgar". De no ser así, díganme ustedes ¡qué coño pintamos en esta vida! A lo que iba: que Juan Vivas
debe aprovechar su charla para acordarse de quien en un momento
determinado fue su mejor aliado en un PP que creció muchísimo gracias a
la labor de ambos.
Ambos, o sea, el llorado Gordillo y Vivas,
discursearon juntos en salones adecuados y se prometieron fidelidades...
Así fue la de nuestro alcalde: "Yo antes de pelearme políticamente con
Pedro Gordillo, me voy de la política". Y tengo la certeza de que
nuestro alcalde sentía verdaderamente lo dicho. Pero el demonio, siempre
presto a meter cizaña, aprovechó su oportunidad para cortar de raíz
unas relaciones magníficas y rentables para los populares.
Dado
que nuestro alcalde ha decidido disertar el miércoles, a las ocho y
media de la tarde, sobre los logros conseguidos por su gobierno, durante
catorce años, bien haría en aprovechar la ocasión para recordar, y
perdonen la insistencia, que el recién fallecido Gordillo fue parte muy
importante de más de la mitad de ese tiempo que a Vivas le parecerá
repleto de éxitos y, por tanto, beneficioso para la ciudad. Y está en su
derecho de airearlos, mediante un discurso distinto a los que ha venido
haciendo. Porque así lo requiere la situación actual.
De momento,
y aunque sé que a la hora de la conferencia se estará jugando el
Villarreal-Barcelona -Copa del Rey-, partido más que interesante, tengo
decidido asistir a la charla que ofrecerá Juan Vivas en ese salón
principal de un hotel céntrico: a las ocho y treinta de la tarde. Por
estar convencido de que merece la pena escuchar atentamente a nuestro
alcalde. Sobre todo, créanme, porque su problema no consiste en ganar
las próximas elecciones, que las ganará; su problema radicará en salir
airoso de los cuatro años más difíciles que le quedan como alcalde. Y ha
de estar a la altura de las circunstancias.
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