Hace nada, antier, más o menos, los halagadores de Iker Casillas decían, a tiempo completo y con voz de trueno, para impresionar, que Joe Hart, portero del Manchester City, era una castaña. Y que, por tanto, Pellegrini
estaba dispuesto a pagar la cláusula de rescisión de contrato del
figurón madridista. Asegurando los voceros, además, que ni siquiera Willy Caballero,
guardameta tan celebrado por ellos cuando éste militaba en el CD
Málaga, mitigaba el interés del entrenador chileno, y licenciado en
ingeniería, por el mejor portero del mundo.
Durante todo ese
tiempo, en el cual no cesaban las loas a Casillas, y no se cansaban de
airear los periodistas de siempre, camarilla harta conocida, cómo
Pellegrini se bebía los vientos por el mostoleño, yo seguía siendo
asiduo espectador de la Premier League, sentado en cómoda butaca
de mi salita de estar, mirando con especial atención las intervenciones
de todos los guardametas de tan atractiva competición. Y decía, para mí,
el portero del Madrid, si algún equipo de la Liga inglesa se atreviera a
contratarlo, se convertiría en el hazmerreír de todo el Reino Unido.
Pues
bien, entre los cancerberos más destacados de la Premier League, no
cabe la menor duda que se encuentra Joe Hart, compitiendo con De Gea, Courtois, Cêch,
y otros más, cuyas cualidades y capacidades son muy superiores a las
que ha tenido, incluso en su mejor momento, Casillas. Y, desde luego, es
tan ridículo como prueba evidente de haber perdido la chaveta, ponerse
ahora a buscar semejanzas entre el porterito merengue y los porteros ya
reseñados.
Joe Hart, tan denostado a veces por esos periodistas
madrileños que han dado muestras palmarias de ser miembros de ese boato
mantenido con el Santo, desde que irrumpió en el mundo del
fútbol, nos deslumbró el miércoles a todos cuantos fuimos testigos de
su exhibición en el Camp Nou. Hart estuvo inconmensurable. Y para estar
tan enormemente bien, hace falta ser un grandioso portero. O sea.
El
Barcelona, incluso habiendo tenido enfrente a un guardameta sensacional
y, por si fuera poco, en estado de gracia, mereció marcar más goles.
Pero no los logró cuando su fútbol hizo posible que salieran a relucir
todas las carencias de un MC que juega con la misma tristeza que refleja
el semblante de su entrenador. Lo cual, unido a que Yaya Touré,
su baluarte en la zona vital del medio campo, está jugando con el mismo
ritmo que lleva una carreta rociera, aquejada de la herrumbre del paso
de los años, y tirada por animales mal cuidados, hace posible que el
equipo inglés rinda cual equipo menor.
No obstante, jugando como equipo menor, debido también a los fallos garrafales que vienen cometiendo Kompany y Demichelis, tuvo la oportunidad de empatar en un momento crucial del encuentro. Mas erró un penalti el siempre sobrevalorado Agüero. En lo que concierne al Barcelona, debo decir que su 4-3-3, en cuanto Messi
deja de entrar en acción, distrayendo a varios contrarios, afecta a su
medio campo. Algo parecido a lo que le viene sucediendo al Madrid con la
llamada BBC. Problema, pues, en la zona vital, para ambos equipos. Que
han de solucionar sus entrenadores. ¿Se atreverán a corregirlo el
domingo?
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