Dice Albert Camus en sus carnets que todo cuanto sabe con
mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debe al
fútbol. El fútbol como modelo de vida ayuda a la formación de la persona y
propicia unos valores fuertemente arraigados. Tales como el sacrificio, el
aprender a compartir, el competir, la pérdida de miedos absurdos y, por tanto,
hace que se sea capaz de enfrentarse a las situaciones más complicadas. Jugando
al fútbol se madura antes.
Si Camus -escritor y una de las mentes más lúcidas, de mayor influencia y
responsabilidad intelectual, en esa época comprendida entre 1941 y y 1951-
viviera, seguramente no entendería nada relacionado con lo que está sucediendo
con Casillas. Mejor dicho, una mente tan preclara como la suya habría
terminado por decirle a Casillas que sus actuaciones eran fiel reflejo de un
mal deportista y que, por tanto, dejara de engañar no sólo a los aficionados
sino también a sus compañeros.
Iker Casillas, desde hace mucho tiempo, no es modelo de nada. Es un
guardameta estancado. Sin recursos. Carente de cualidades capaces de generar la
condición precisa para defender la portería del mejor equipo del mundo. Es más
que sabido que está jugando por decreto de un presidente que le tiene un miedo
cerval a los periodistas afines al muchacho que nacieron en Móstoles. Y,
naturalmente, por el dinero que sigue generando con la publicidad. Dinero que
algún día a lo mejor llegamos a conocer la capacidad de conquistar voluntades
que viene teniendo.
Entiendo que haya periodistas amigos de Casillas propalando cada día las
bondades de alguien tan venido a menos que le sería imposible jugar incluso en
cualquier equipo de segunda división. Pues con los éxitos de la selección
española en su momento se hicieron colegas del que bautizaron como el Santo y hasta lucharon lo indecible por emparejarlo
con una compañera de profesión. Oír hablar a Paco González del Santo,
por ejemplo, hace posible que uno más que vergüenza ajena sienta la
necesidad de contener las arcadas producidas por semejante heraldo del baboseo
nacional.
Lo que no entiendo, por más que trate
de ponerme en su lugar, es decir, en el lugar de Vicente del Bosque, son
las declaraciones hechas por éste después del partido que hizo Casillas ante el
Shalke-04. Dice el seleccionador que Casillas reconoció no haber jugado bien
ante el equipo alemán, pero que al final fue él quien salvó la eliminatoria con
grandes intervenciones. Y aun dijo más: "Lo veo en plena forma y, por
tanto, formará parte de los próximos seleccionados". Inaudito.
A partir de ese momento, o sea, nada
más empaparme de las declaraciones realizadas por Del Bosque, inmediatamente me
puse a ver todas las intervenciones de Casillas el martes pasado, y no hallo
parada alguna digna de ser destacada. Y, aunque la hubiera habido, que no es el
caso, no serviría para enmendar los yerros cometidos. Errores que viene
repitiendo sin solución de continuidad. Y, por consiguiente, nos permite seguir
pensando que el que siga jugando Casillas es el peor ejemplo que pueden recibir
los niños. Al darse cuenta de que no se premian los méritos. Sino que se mira
más salvar de la miseria al hombre anuncio. No es eso, no es eso..., diría
Albert Camus.
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