Me fue presentado Pedro Gordillo en julio de 1982. Lo hizo Guillermo Cherino.
Quien, además de futbolista profesional, estudiaba magisterio en la
Escuela Normal, situada en El Morro. Poco tiempo después, durante las
fiestas agosteñas, Guillermo Valero, paisano mío y vendedor del
"Fino Maruja", logró que yo compartiera un rato de charla con PG, en
"Las Cañas": caseta de feria en la que corría el vino y la alegría. Con
el fin de obtener recursos económicos para que muchos jóvenes tuvieran
estudios universitarios. Grande y celebrada obra, ideada por un cura.
Que es lo que era Gordillo entonces.
A partir de esa noche de feria, yo volví a cambiar impresiones con PG, una vez que éste había dejado los hábitos por ser incapaz de soportar la castidad. Tarea dura y creo que innecesaria. Pero doctores tiene la Iglesia como para emitir yo algún parecer al respecto. Lo cierto es que nos veíamos de higos a brevas y nos limitábamos a decirnos hola y qué tal... y poco más. Así que un día me enteré de que era militante del Partido Popular y, a renglón seguido, supe que su poder en el partido parecía ya un hecho incuestionable. Vamos, que mandaba tela marinera.
También fui testigo de cómo cada mañana se le llamaba a Pedro Gordillo desde la redacción de "El Faro" a su casa, antes de que se incorporara a su despacho del edificio municipal, para que informara al escribidor de turno de cuanto él creyera conveniente destacar acerca de la labor del gobierno local. Y comprobé de qué manera lo adulaban todos los componentes del medio, del primero al último. Y en especial un redactor que, tras pasar luego por "El Pueblo de Ceuta", está cobijado actualmente en un periódico digital.
En cierta ocasión, discutí yo con Gordillo ante la presencia de algunos destacados cargos del Partido Popular, cuando se hallaban sentados a una mesa en una terraza del Paseo Alcalde Sánchez-Prados. Y lo hice para defender el honor de un empresario para el cual yo trabajaba en aquel tiempo. El abogado de Gordillo, mi estimado Pablo González, y yo, acompañado de un letrado, tuvimos que vernos en un acto de conciliación, por denuncia del político popular, pero la sangre no llegó al río.
Desde aquel incidente, ni que decir tiene que Pedro y yo mantuvimos las distancias. Y un buen día a mí me dio por cambiar de periódico, y en éste me pidieron que hiciera todo lo posible por entrevistar al vicepresidente del Gobierno y presidente del PP de Ceuta: Pedro Gordillo. Ello sucedió en los albores del 2009. Recién dado de alta Gordillo por una flebitis que lo había mantenido un tiempo alejado de su despacho. Y que fue el principio de una serie de desgracias que acabaron con el político y pusieron a la persona y a su familia al borde del disparadero. Y es que ese 2009 resultó ser un año nefasto para él y, naturalmente, también para los suyos.
El 2009 venía a por Pedro Gordillo con "Las del Beri". Como ese toro que humilla hasta las zapatillas para echarse al torero a los lomos. Un día, ante la visita del presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, lo calificaron de maletero. Luego, casi seguidamente. llegaría la grabación de un vídeo sexual que sigue siendo una deshonra para quienes lo fraguaron todo. Y a mí, en aquellos días de persecución e inquina contra Pedro Gordillo, me tocó decir que se imponía la piedad. Y todos los airados se volvieron contra mí. Hoy, cuando aún está Pedro de cuerpo presente, he llorado por él. A pesar de que nunca presumimos de ser amigos. No hacía falta serlo. Y es que la traición casi siempre parte del bando de la amistad.
A partir de esa noche de feria, yo volví a cambiar impresiones con PG, una vez que éste había dejado los hábitos por ser incapaz de soportar la castidad. Tarea dura y creo que innecesaria. Pero doctores tiene la Iglesia como para emitir yo algún parecer al respecto. Lo cierto es que nos veíamos de higos a brevas y nos limitábamos a decirnos hola y qué tal... y poco más. Así que un día me enteré de que era militante del Partido Popular y, a renglón seguido, supe que su poder en el partido parecía ya un hecho incuestionable. Vamos, que mandaba tela marinera.
También fui testigo de cómo cada mañana se le llamaba a Pedro Gordillo desde la redacción de "El Faro" a su casa, antes de que se incorporara a su despacho del edificio municipal, para que informara al escribidor de turno de cuanto él creyera conveniente destacar acerca de la labor del gobierno local. Y comprobé de qué manera lo adulaban todos los componentes del medio, del primero al último. Y en especial un redactor que, tras pasar luego por "El Pueblo de Ceuta", está cobijado actualmente en un periódico digital.
En cierta ocasión, discutí yo con Gordillo ante la presencia de algunos destacados cargos del Partido Popular, cuando se hallaban sentados a una mesa en una terraza del Paseo Alcalde Sánchez-Prados. Y lo hice para defender el honor de un empresario para el cual yo trabajaba en aquel tiempo. El abogado de Gordillo, mi estimado Pablo González, y yo, acompañado de un letrado, tuvimos que vernos en un acto de conciliación, por denuncia del político popular, pero la sangre no llegó al río.
Desde aquel incidente, ni que decir tiene que Pedro y yo mantuvimos las distancias. Y un buen día a mí me dio por cambiar de periódico, y en éste me pidieron que hiciera todo lo posible por entrevistar al vicepresidente del Gobierno y presidente del PP de Ceuta: Pedro Gordillo. Ello sucedió en los albores del 2009. Recién dado de alta Gordillo por una flebitis que lo había mantenido un tiempo alejado de su despacho. Y que fue el principio de una serie de desgracias que acabaron con el político y pusieron a la persona y a su familia al borde del disparadero. Y es que ese 2009 resultó ser un año nefasto para él y, naturalmente, también para los suyos.
El 2009 venía a por Pedro Gordillo con "Las del Beri". Como ese toro que humilla hasta las zapatillas para echarse al torero a los lomos. Un día, ante la visita del presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, lo calificaron de maletero. Luego, casi seguidamente. llegaría la grabación de un vídeo sexual que sigue siendo una deshonra para quienes lo fraguaron todo. Y a mí, en aquellos días de persecución e inquina contra Pedro Gordillo, me tocó decir que se imponía la piedad. Y todos los airados se volvieron contra mí. Hoy, cuando aún está Pedro de cuerpo presente, he llorado por él. A pesar de que nunca presumimos de ser amigos. No hacía falta serlo. Y es que la traición casi siempre parte del bando de la amistad.
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