Lejos quedan los tiempos en los que cuando se hablaba de Mariano Rajoy
era habitual echar mano del topicazo: "Es de esas personas a las que
uno le compraría un coche de segunda mano sin dudar de su palabra en lo
tocante al buen estado del vehículo". Lo cual evidenciaba el grado de
confianza que merecía a muchísimos españoles un político que siempre
estaba en las listas de su partido, formaba parte de los gobiernos del
Partido Popular, y que se distinguía no sólo por tener un buen saque
sino, también, por ser un obseso lector de los diarios deportivos.
No
obstante, MR no era un político que despertara ilusión alguna entre los
españoles capaces de estar al tanto de la política activa. Pasaba por
ser un gregario en todo momento dispuesto a rendir pleitesía a los más
aventajados de la calle Génova. Tal vez porque era consciente de que no
podía competir en encanto con otros primeros espadas de su formación, ni
tampoco rivalizar en imagen con los adversarios de cada momento. De
modo que su designación como candidato a ser inquilino de la Moncloa,
mediante dedazo de José María Aznar, resultó sorpresiva.
Pero
hubo alguien, cuando principiaba el año dos mil, que lo retrató muy
bien y que, además, le auguró a Rajoy éxitos que pocos se atrevían a
vaticinar. Ese alguien fue José Antonio Labordeta, cuyo escaño
como diputado en el Congreso lo obtuvo militando en el partido de la
Chunta Aragonesista. Así lo describía el político y cantautor, aragonés,
en "Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados". Libro que
ha merecido la pena hacerle un hueco en los anaqueles de mi modesta
biblioteca.
-Mariano Rajoy me parece un tipo curioso que fuma
puros habanos y, como buen gallego, encierra detrás de una sonrisa
conejil, por indefinida, vagas intenciones que uno nunca sabrá adónde le
quieren llevar. Fue ministro de Administraciones Públicas, luego de
Educación y más tarde del Interior -¡chúpate ésa!-, después
vicepresidente primero y también ministro de Presidencia. Un largo mareo
me entra cada vez que pienso en cómo habrá ido de sede en sede,
cambiando a los secretarios de Estado, a los subsecretarios y a toda la
panda que su antecesor había colocado. En el hemiciclo responde desde
sus distintos "púlpitos" con certeza. Apunto. No es nada tonto y lo
veremos muy alto.
Labordeta acertó en su pronóstico: Rajoy llegó a
ser presidente del Gobierno. Que ya es llegar alto. Eso sí, según los
resultados de la última encuesta del CIS, relacionados con el debate del
estado de la Nación, se pone de manifiesto que la confianza en el
presidente del Gobierno está tocada. Que más del setenta por ciento de
los entrevistados no percibe que éste haya transmitido confianza
política ni económica. Un cincuenta por ciento cree que no conoce los
problemas del país, y un número mayor de españoles lo califica de
insensible hacia lo que sucede. Rajoy está tocado de un ala.
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