Los ceutíes votan a Vivas

Camino por la ciudad, a esa hora vaga de mediodía, cuando un ciudadano, que dice ser lector de cuanto escribo, y que da pruebas evidentes de adentrarse en este blog todos los días, me dice que viene observando cómo mis críticas, otrora tan agrias a Juan Vivas, se han dulcificado hasta el extremo de hacerle el artículo cada dos por tres. Y, mire usted, a mí me gustaría saber a qué se debe ese cambio. Si cree conveniente responderme.

En vista de que yo soy muy dado a conversar con la gente por la calle, lo cual es algo bien sabido por cuantos me conocen, se lo explico en un santiamén: antes, yo estaba obligado a defender los intereses de un medio. Y lo hacía no sólo con lealtad incuestionable sino con el convencimiento de que la empresa estaba en posesión de muchas razones para mostrar una línea editorial dura contra nuestro alcalde. Pero consciente, además, de que mis críticas me hacían dejarme pelos en la gatera. Es decir, que estaba expuesto a sufrir consecuencias negativas.

¿Quiere usted decir, De la Torre, que sus comentarios sobre el alcalde tenían el mismo riesgo que el trapecista que decide, en un alarde de valor, que le retiren la red de seguridad? Sí. Es más, debo decirle que ha hecho usted la mejor comparación posible. "¿Se arrepiente de haber mantenido esa postura?". "No; pues si uno trabaja para un periódico debe defender su línea editorial a todo trance. Y así lo hice yo en los tres medios de papel en los que estuve".

Como la conversación se alargaba, y el frío reinante le sentaba a mi constipado como una patada en los adminículos, invité a mi interlocutor a tomar café en un establecimiento cercano al Hotel Tryp. Y allí comenzamos a hablar de las próximas elecciones municipales de Ceuta. Y, como no podía ser de otra manera, la pregunta de mi lector surgió inmediatamente: "¿Ganaría el PP las próximas elecciones en esta ciudad si acaso Juan Vivas decidiera no presentarse como candidato a la alcaldía?".

Permítame recordarle de acuerdo a cómo está conformada nuestra democracia. El candidato elegido no necesita los votos del ciudadano. Estos van a parar a una lista, lo que quiere decir, a un partido. Y, en rigor, al líder de ese partido. El candidato no necesita contar con la confianza del elector, sino con la del grupo o comité que maneja el partido o la coalición. Aunque en las anticuadas y casi ridículas campañas electorales, el aspirante dice que va a buscar los votos por la calle, lo está haciendo como anuncio de unas siglas o de una concreta persona. En el caso que nos ocupa, las mayorías conseguidas por Vivas le pertenecen a él más que a su partido.

O sea, usted lo que me está diciendo es que sin Juan Vivas, como candidato, el PP no ganaría las elecciones como lo ha venido haciendo hasta ahora. Sí, estimado lector, es lo que he dicho. Y, mucho menos, cuando la pasión política española sigue siendo la del poder, y con tendencia a dejar inmóvil o insignificante al adversario. Desengáñese, amigo, en Ceuta no hay candidato capaz de ganar unas elecciones a Vivas ni tampoco nadie de su partido que tenga su mismo tirón electoral. Lo digo con entera libertad. Pues no dependo de nadie.